16/01/2017, 23:09
Las hojas de un cerezo próximo revolotearon sobre su cabeza como pajarillos rosados. Notó la suave brisa primaveral en el rostro, el fresco de la piedra sobre la que se había desplomado... Y allí, tumbado en mitad de la plaza, encontró algo de paz. «Claro que Eri-san es muy guapa, ¿quién se negaría? Hasta el Uchiha más pintado las pasaría canutas para resistirse a sus encantos. Ese pelo, esos ojos, esas te...» De repente, una voz lo sacó de sus pensamientos.
—¡AKAME! La leche, ¿estás bien?
El aludido parpadeó varias veces mientras su vista se aclaraba y su cabeza volvía al mundo real. Al duro y triste mundo real. Se incorporó haciendo aspavientos, con toda la espalda dolorida por la caída.
—Sí, sí, tranquilo. Sólo estaba... Pensando —contestó con tono ausente mientras terminaba de ponerse definitivamente en pie.
Akame todavía se sentía raro, pero definitivamente los nervios habían pasado. Era como si aquel testarazo contra la dura piedra del suelo le hubiera despejado las ideas. Caminó unos pasos torpes hasta llegar a donde estaba su mochila, sacó el termo con té caliente y bebió un par de sorbos.
—¿También has ido a sonsacarle su voto a los demás muchachos? —preguntó, con aire acusador.
—¡AKAME! La leche, ¿estás bien?
El aludido parpadeó varias veces mientras su vista se aclaraba y su cabeza volvía al mundo real. Al duro y triste mundo real. Se incorporó haciendo aspavientos, con toda la espalda dolorida por la caída.
—Sí, sí, tranquilo. Sólo estaba... Pensando —contestó con tono ausente mientras terminaba de ponerse definitivamente en pie.
Akame todavía se sentía raro, pero definitivamente los nervios habían pasado. Era como si aquel testarazo contra la dura piedra del suelo le hubiera despejado las ideas. Caminó unos pasos torpes hasta llegar a donde estaba su mochila, sacó el termo con té caliente y bebió un par de sorbos.
—¿También has ido a sonsacarle su voto a los demás muchachos? —preguntó, con aire acusador.