18/01/2017, 02:26
(Última modificación: 29/07/2017, 01:47 por Amedama Daruu.)
Y, efectivamente, ambos la habían escuchado. Tanto Daruu como el desconocido se dieron la vuelta al unísono, ambos compartiendo una cara de absoluto terror.
—¿No has... probado una pizza... en tu VIDA? OH DIOS MÍO —dijo Daruu.
—¿¡Cómo es que no has comido ninguna pizza!? —exclamó el otro.
Y Ayame se encogió sobre sí misma como si esperara que le pegaran una paliza por no conocer lo que era una pizza. En realidad había oído hablar de ellas en bastantes ocasiones, pero las veces que le había sugerido a su padre que comieran alguna en casa para probarlas la había despachado con desdén alegando que aquello no era más que comida basura.
—Yo...
—Buah, eso lo arreglo yo en menos de lo que canta un pato. Espera, ¿era un gallo, verdad? ¡Es igual! —añadió Daruu, decidido.
Repentinamente alguien chocó contra él. Se trataba de un chico bastante alto, de piel pálida y cabellos castaños que llevaba recogidos en una trenza que caía hasta sus hombros. Sin embargo, lo que llamó la atención de Ayame fue que tenía los ojos blancos. Tan blancos como los de Daruu.
—Oí…oí, lo siento pequeña. ¿Esto…no es poco tarde para que vayáis por ahí sola? —Escuchó que le decía a Daruu, con una sonrisilla, y a Ayame se le pusieron los pelos de punta. Aquel tío parecía el típico chico del que su padre le advertía una y otra vez que no se acercara a él.
«¿Pequeña?» Pensó Ayame, ladeando ligeramente la cabeza. «¿Es que le ha confundido con una...?»
—¡¡Que soy un tío, cojones!! —exclamó Daruu, terriblemente alterado.
—Supongo que no habrá pizza —dijo el recién llegado, soltando un bostezo al comprobar que el local que parecía haber sido su destino estaba cerrado.
El otro chico soltó una carcajada.
—Al menos no fui el único.
«¿Él también le ha confundido por una chica?» Se preguntaba Ayame, confundida. A sus ojos, desde luego, Daruu se alejaba bastante de parecer siquiera algo afeminado...
—Espera. ¿Tú también? Quiero decir, ¿tú también eres Hyuga? ¡Creía que era el único! —dijo Daruu, y Ayame volvió a prestar atención con interés.
—¿Hyūga? —murmuró para sí. ¿Qué sería aquello? ¿Tendría algo que ver con aquellos ojos blancos que ambos parecían compartir?
—¿Hermano? ¿Qué haces aquí? Pensé que estabas con tus amigos… —intervino el pelirrojo.
«Vaya, ¿son hermanos?» Meditaba Ayame para sí, haciendo girar el paraguas por encima de su cabeza. Ni siquiera se extrañó por la poca similitud física que guardaban entre sí. Ella era la menos indicada para hacerlo, después de todo.
—A todas estas, aún no sé cómo te llamas, Yo soy Inoue Keisuke. A ti tampoco te conozco, ¿Cuál es tu nombre?
—Ah... ¿yo? —preguntó, sobresaltada. Hasta el momento había pasado bastante desapercibida, con todo aquello del choque y los reencuentros familiares, pero parecía que se había acabado su momento de discreción—. Yo soy... Aotsuki Ayame. Es un placer —se presentó, con una ligera inclinación de su cuerpo.
Un pequeño rugido la sobresaltó, y cuando alzó la mirada se dio cuenta de que el ruido parecía haber provenido... del interior de Keisuke.
—¿Podemos ir a comer ya? Siento que me desmayaré —Se rio, nervioso.
Y Ayame correspondió con una sonrisa amable.
—A mí también me gustaría probar una de esas... pizas.