21/01/2017, 22:52
Este tío era bueno, no se lo pensó dos veces ni nada por el estilo. Se notaba que ya estaba llenándose la cabeza a base de pajas mentales. Muy distinto en el caso de Yoshimitsu, que le gustaba dejar cosas al azar, dejarse fluir y llevar por las circunstancias. Para Yoshi planificar era aburrido, saber lo que ocurrirá en una pelea era quitarle el encanto al asunto.
—¿Eh? Claro, claro. Como veas —
-¡Vale colega!. Dije satisfecho al ver que el chico no se echaba para atrás. No tenía que pasar nada malo en absoluto. Pero mejor prevenir que no luego lamentar. También serviría en caso de que Haskoz se le fuera de las manos el asunto. A pesar de que siempre me burlaba de los físicos de la mayoría, aprendí hace mucho tiempo a no subestimar a nadie, por muy indefenso que pudiera parecer.
El combate que se estaba disputando estaba casi a punto de acabar, Haskoz ya comenzaba a prepararse para la pelea, yo por mi parte, me desaté el cordón burdo que tenía atado a la cintura que me liberaba de mi querido tronco de entrenamiento. Hice muchos kilómetros con él. Por no decir que vine hasta aquí con el a cuestas. Y estaba claro que todavía no estaba recuperado de aquel inhumano esfuerzo. Pero a pesar del inmenso dolor muscular que sentía, para mi este combate suponía una prorroga de mi entrenamiento.
Sencillamente perfecto...
Tras esto, me acerqué a algunos de los guerreros que hace escasos minutos habían combatido. Estaban sentados al limite del tatami descansando e hidratándose cómodamente, mientras disfrutaban de aquellos que ahora luchaban. Eran claramente más adultos que yo, pero se veían buena gente. Intercambiando opiniones sobre la lucha y los combates como si fueran hermanos, a pesar de ser de villas diferentes.
-Disculparme. Comenté con amabilidad, de toda de la podía hacer acopio.
-Que pasa chico. Dijo uno de ellos intrigado, llevándose la mano a la barbilla interesado.
-¿Podéis echarnos un ojo por si se nos va el combate de las manos?
Los guerreros rieron durante un instante, pero al final no vieron inconveniente a mi singular petición.
-Claro chico, pelead tranquilos, que nosotros os vigilamos. Respondió afirmativamente.
Volví hacía Haskoz que se estaba descalzando, yo también hice lo mismo. Y ahora quiso rizar el rizo, quizás quería demostrar que se sentía capaz de derrotarme. Algo que sabía que podía pasar, es más lo deseaba, eso me daría un motivo de peso para intensificar mis entrenamientos. Quería ver esos ojos de la guerra en acción, estaba emocionado como un niño pequeño a punto de estrenar aquel juguete tan añorado.
—¿Eh? ¿Qué te parece si hacemos una apuesta? —propuso, esperando que Yoshimitsu ya hubiese acabado de hablar con los anteriores luchadores—. Para hacerlo más divertido.
-¿Apuesta dices? Joder Haskoz, estás muy convencido de que vas a ganar. Dije con una sonrisa dibujada en mi rostro. -¡Venga va! ¿Que quieres apostar? Pregunté curioso mientras hacía un estiramiento de brazos.
—¿Eh? Claro, claro. Como veas —
-¡Vale colega!. Dije satisfecho al ver que el chico no se echaba para atrás. No tenía que pasar nada malo en absoluto. Pero mejor prevenir que no luego lamentar. También serviría en caso de que Haskoz se le fuera de las manos el asunto. A pesar de que siempre me burlaba de los físicos de la mayoría, aprendí hace mucho tiempo a no subestimar a nadie, por muy indefenso que pudiera parecer.
El combate que se estaba disputando estaba casi a punto de acabar, Haskoz ya comenzaba a prepararse para la pelea, yo por mi parte, me desaté el cordón burdo que tenía atado a la cintura que me liberaba de mi querido tronco de entrenamiento. Hice muchos kilómetros con él. Por no decir que vine hasta aquí con el a cuestas. Y estaba claro que todavía no estaba recuperado de aquel inhumano esfuerzo. Pero a pesar del inmenso dolor muscular que sentía, para mi este combate suponía una prorroga de mi entrenamiento.
Sencillamente perfecto...
Tras esto, me acerqué a algunos de los guerreros que hace escasos minutos habían combatido. Estaban sentados al limite del tatami descansando e hidratándose cómodamente, mientras disfrutaban de aquellos que ahora luchaban. Eran claramente más adultos que yo, pero se veían buena gente. Intercambiando opiniones sobre la lucha y los combates como si fueran hermanos, a pesar de ser de villas diferentes.
-Disculparme. Comenté con amabilidad, de toda de la podía hacer acopio.
-Que pasa chico. Dijo uno de ellos intrigado, llevándose la mano a la barbilla interesado.
-¿Podéis echarnos un ojo por si se nos va el combate de las manos?
Los guerreros rieron durante un instante, pero al final no vieron inconveniente a mi singular petición.
-Claro chico, pelead tranquilos, que nosotros os vigilamos. Respondió afirmativamente.
Volví hacía Haskoz que se estaba descalzando, yo también hice lo mismo. Y ahora quiso rizar el rizo, quizás quería demostrar que se sentía capaz de derrotarme. Algo que sabía que podía pasar, es más lo deseaba, eso me daría un motivo de peso para intensificar mis entrenamientos. Quería ver esos ojos de la guerra en acción, estaba emocionado como un niño pequeño a punto de estrenar aquel juguete tan añorado.
—¿Eh? ¿Qué te parece si hacemos una apuesta? —propuso, esperando que Yoshimitsu ya hubiese acabado de hablar con los anteriores luchadores—. Para hacerlo más divertido.
-¿Apuesta dices? Joder Haskoz, estás muy convencido de que vas a ganar. Dije con una sonrisa dibujada en mi rostro. -¡Venga va! ¿Que quieres apostar? Pregunté curioso mientras hacía un estiramiento de brazos.