22/01/2017, 00:01
¿Que qué quiero apostar? Hmm… Buena pregunta. Una pregunta que, a pesar de haber sido él mismo quién había propuesto aquello, todavía no tenía una respuesta.
Se llevó una mano al mentón, pensativo, mientras un millar de posibilidades pasaban por su cabeza. El dinero era la opción fácil y directa, pero a no ser que apostasen una cantidad considerable, no valdría la pena. Y en ese caso se arriesgaba a perderlo, y ahora que tenía que pagar la primera factura de su piso, era un lujo que no podía permitirse.
También podían apostar una acción. Una orden que el ganador hiciese al perdedor, como entregarle cierto mensaje a su respectivo Kage —un mensaje estúpido y altamente inapropiado—, o hacer cualquier burrada la próxima vez que se encontrase con un ninja de Amegakure, por ejemplo. Pese a que la idea le gustaba, el problema en eso era que no tenía forma de comprobar que Yoshimitsu la cumpliera una vez las condiciones se diesen.
Entonces miró a Yoshimitsu, se miró al cuello, y la idea le vino por sí sola:
—Apostemos nuestra bandana —dijo, haciendo un gesto con la suya, anudada al cuello—. El ganador podrá hacer lo que quiera con la bandana del otro, o incluso quedársela.
Solo de pensar la cantidad de barbaridades y ultrajes que podía hacer Yoshimitsu con el símbolo de su Aldea hacía que se le hirviese la sangre. Supuso que a su compañero de profesión le pasaría lo mismo, y por eso la apuesta era tan jodidamente buena.
—¿Qué me dices? ¿O tienes miedo de perder…?
Se llevó una mano al mentón, pensativo, mientras un millar de posibilidades pasaban por su cabeza. El dinero era la opción fácil y directa, pero a no ser que apostasen una cantidad considerable, no valdría la pena. Y en ese caso se arriesgaba a perderlo, y ahora que tenía que pagar la primera factura de su piso, era un lujo que no podía permitirse.
También podían apostar una acción. Una orden que el ganador hiciese al perdedor, como entregarle cierto mensaje a su respectivo Kage —un mensaje estúpido y altamente inapropiado—, o hacer cualquier burrada la próxima vez que se encontrase con un ninja de Amegakure, por ejemplo. Pese a que la idea le gustaba, el problema en eso era que no tenía forma de comprobar que Yoshimitsu la cumpliera una vez las condiciones se diesen.
Entonces miró a Yoshimitsu, se miró al cuello, y la idea le vino por sí sola:
—Apostemos nuestra bandana —dijo, haciendo un gesto con la suya, anudada al cuello—. El ganador podrá hacer lo que quiera con la bandana del otro, o incluso quedársela.
Solo de pensar la cantidad de barbaridades y ultrajes que podía hacer Yoshimitsu con el símbolo de su Aldea hacía que se le hirviese la sangre. Supuso que a su compañero de profesión le pasaría lo mismo, y por eso la apuesta era tan jodidamente buena.
—¿Qué me dices? ¿O tienes miedo de perder…?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado