22/01/2017, 23:08
—¡Precisamente eso es lo divertido! ¿Qué gracia tendría apostar algo que nos diese igual perder?
Haskoz era mucho más perverso de lo que aparentaba, y quizás y sin saberlo, quería hacer que una pelea amistosa fuera mucho más profunda, por así decirlo. Yo temía que clase de repraesalias pudiera tomar Kenzou en mi contra, en caso de no darle un buen motivo, es decir mentirle descaradamente, para decirle que había perdido mi Hitai-ate.
Que puto...
Aunque en realidad, no quería una bandana de la Espiral, solo se me ocurrían motivos muy siniestros para querer tener algo así. Cometer tropelías en nombre de un país ajeno, o quizás infiltrase en algún lugar comprometido del País del vecino. Vamos que cosas malas. Por eso mismo, ya comencé a dudar de Haskoz, dudar en el sentido de que no se trataba de trigo limpio. Pero claro, si me negaba quedaría como una mierda pinchada en un palo.
Te arrepentirás de haber querido apostar nada flipado...
—¿Qué te interesa, pues? —Haskoz sabía que la apuesta no funcionaría sin ofrecerle algo a cambio que él desease también. Pero, como no le conocía, no se imaginaba qué podía ser—. ¿Dinero? ¿Información? Vamos… ¡Mírate! Estás hecho un toro, y yo, como dijiste, parezco una niñita famélica. ¿De verdad estás cagado por perder tu bandana contra mí?
-¿Cagado dices? Joder macho es que no se que clase de consecuencias puede acarrear perder el Hitai-ate. Y pensándolo fríamente, solo se me ocurren cosas muy chungas lo que se podría hacer con una bandana de otro país... Quedé pensativo durante un rato mientras me retiraba la parte superior de mi viejo y desgastado kimono y lo dejaba fuera del tatami con un brusco y fuerte movimiento de brazo.
-De todos modos, ya sé lo que quiero en caso de que pierdas. Pero te lo diré cuando gane, sino no tendría sentido. Te prometo que no será nada que no puedas hacer. Sonreí con gesto burlón, dando una sonora palmada mientras daba unos saltos para calentar.
¡Vas a flipar!
¿Vas a contar hasta tres o algo? ¿O vamos ya? Pregunté impaciente.
Haskoz era mucho más perverso de lo que aparentaba, y quizás y sin saberlo, quería hacer que una pelea amistosa fuera mucho más profunda, por así decirlo. Yo temía que clase de repraesalias pudiera tomar Kenzou en mi contra, en caso de no darle un buen motivo, es decir mentirle descaradamente, para decirle que había perdido mi Hitai-ate.
Que puto...
Aunque en realidad, no quería una bandana de la Espiral, solo se me ocurrían motivos muy siniestros para querer tener algo así. Cometer tropelías en nombre de un país ajeno, o quizás infiltrase en algún lugar comprometido del País del vecino. Vamos que cosas malas. Por eso mismo, ya comencé a dudar de Haskoz, dudar en el sentido de que no se trataba de trigo limpio. Pero claro, si me negaba quedaría como una mierda pinchada en un palo.
Te arrepentirás de haber querido apostar nada flipado...
—¿Qué te interesa, pues? —Haskoz sabía que la apuesta no funcionaría sin ofrecerle algo a cambio que él desease también. Pero, como no le conocía, no se imaginaba qué podía ser—. ¿Dinero? ¿Información? Vamos… ¡Mírate! Estás hecho un toro, y yo, como dijiste, parezco una niñita famélica. ¿De verdad estás cagado por perder tu bandana contra mí?
-¿Cagado dices? Joder macho es que no se que clase de consecuencias puede acarrear perder el Hitai-ate. Y pensándolo fríamente, solo se me ocurren cosas muy chungas lo que se podría hacer con una bandana de otro país... Quedé pensativo durante un rato mientras me retiraba la parte superior de mi viejo y desgastado kimono y lo dejaba fuera del tatami con un brusco y fuerte movimiento de brazo.
-De todos modos, ya sé lo que quiero en caso de que pierdas. Pero te lo diré cuando gane, sino no tendría sentido. Te prometo que no será nada que no puedas hacer. Sonreí con gesto burlón, dando una sonora palmada mientras daba unos saltos para calentar.
¡Vas a flipar!
¿Vas a contar hasta tres o algo? ¿O vamos ya? Pregunté impaciente.