5/02/2017, 13:11
(Última modificación: 5/02/2017, 13:14 por Inuzuka Nabi.)
No sé en qué coño estaría pensando, probablemente en nada o en suicidarme, en el momento en el que me tire al agua contra un Amegakuriense, que son un eslabón perdido de la merluza. El moreno se desenvolvió mejor bajo el agua y se deshizo de mi para salir a flote. Yo tardé unos segundos de más que el merluzo y éste ya estaba yendo al lado de su amiguito.
— ¡Eh, tío, no te acerques más, yo no tengo nada que ver!
—¡Esto es de locos! ¡Se me ha tirado encima sin que le haya hecho nada! ¡Tiene un ataque de odio injustificado!
— ¿En serio que no hay anda entre vosotros? — — ¿Entonces por qué querría matarte?
— ¿O quizás es que me he perdido algo entre vuestras aldeas?
Estaba absorto pensando en mi siguiente movimiento sin darme cuenta de que el tiempo corría en mi contra. Me levanté y sin esperar un segundo más lancé una enorme cantidad de shuriken en busca del moreno de Amegakure, una enorme cantidad que eran tres. No iban a ningún sitio en concreto, solo se dirigian hacia él.
— ¡A callar, traidor!
Detrás de los shurikens iba yo con mi kodachi desenfundada y preparada para la sangre. El espadachín de Kusa había dejado de ser un problema por el momento, era un cobarde y no conocía al Amegakuriense. Bueno, cobarde se queda corto, parecía que su sola presencia cerca de un conflicto le echaba hacia atras. Si no salia por patas ahora, lo haría cuando empezaran los jutsus, si llegaban.
— ¡Eh, tío, no te acerques más, yo no tengo nada que ver!
—¡Esto es de locos! ¡Se me ha tirado encima sin que le haya hecho nada! ¡Tiene un ataque de odio injustificado!
— ¿En serio que no hay anda entre vosotros? — — ¿Entonces por qué querría matarte?
— ¿O quizás es que me he perdido algo entre vuestras aldeas?
Estaba absorto pensando en mi siguiente movimiento sin darme cuenta de que el tiempo corría en mi contra. Me levanté y sin esperar un segundo más lancé una enorme cantidad de shuriken en busca del moreno de Amegakure, una enorme cantidad que eran tres. No iban a ningún sitio en concreto, solo se dirigian hacia él.
— ¡A callar, traidor!
Detrás de los shurikens iba yo con mi kodachi desenfundada y preparada para la sangre. El espadachín de Kusa había dejado de ser un problema por el momento, era un cobarde y no conocía al Amegakuriense. Bueno, cobarde se queda corto, parecía que su sola presencia cerca de un conflicto le echaba hacia atras. Si no salia por patas ahora, lo haría cuando empezaran los jutsus, si llegaban.
—Nabi—