6/02/2017, 01:29
—Estáis los dos arrestados, entonces. Podéis elegir: venís conmigo voluntariamente, o por la fuerza. ¿Qué preferís?
Solo había una respuesta para esa pregunta, y siempre era la misma. Siempre lo había sido. Pero el Demonio Blanco sabía reconocer a un oponente digno cuando lo veía, y aquel tipo con ojos dilatados por el alcohol era uno de ellos. Un igual, por decirlo de algún modo. Si es que el león que cazaba a la presa y las moscas que pululaban a su alrededor devorando los restos que dejaba se podían considerar iguales.
Sin embargo, su cuerpo ya no era el que un día fue. En otro tiempo, en otra época, hubiese aplastado al criajo hormonado que osó enfrentarle con la punta de un dedo. Ahora se tenía que conformar con machacarle con las manos. Se miró el cuerpo. Raquítico, endeble, quebradizo… Un insulto para albergar su alma. Pero seguía siendo el Demonio Blanco. Su mente seguía dando a luz pensamientos tan letales como el veneno de las víboras, y con resultados tan equitativos y eficaces como la peste.
—Elijo la muerte. —La muerte siempre era la respuesta correcta.
Entonces sacó dos pequeñas bolitas de papel del portaobjetos y enseñó el dorso de la mano a su igual. A la mosca incordiante. Mejor que no viese lo que se traía entre manos. Así no le arruinaría la sorpresa.
Tomó con la zurda una de las bolitas y entonces sí se la mostró al espadachín, a la vez que la apretaba con fuerza y cerraba los ojos. Una luz cegadora inundó el local, quemando la retina de los que osaron mirarla como Izanagi al contemplar a su esposa en el Yomi. Dejó caer la hikaridama y estrelló la bomba sonora que tenía en la diestra contra el suelo, a los pies del espadachín, a la vez que se llevaba las manos a los oídos para amortiguar el estruendoso sonido que fue liberado. Era más agudo que un chillido, más violento que un grito de guerra y con el eco profundo de un trueno cercano. Era como el rugido de su madre, Izanami, cuando se vio traicionada por su esposo y amante.
Y también era un mensaje. El pistoletazo de salida para su particular carrera. El Demonio Blanco abrió los ojos, sus piernas se impulsaron como una hoja en una tormenta y su pierna voló alegre y contenta al encuentro del espadachín. Una patada voladora directa a su cara, para no perder la costumbre.
• PV:–
• CK:–
Sharingan activado
Sello Maldito del Demonio Blanco liberado (4/8 turnos)
Inventario:
Solo había una respuesta para esa pregunta, y siempre era la misma. Siempre lo había sido. Pero el Demonio Blanco sabía reconocer a un oponente digno cuando lo veía, y aquel tipo con ojos dilatados por el alcohol era uno de ellos. Un igual, por decirlo de algún modo. Si es que el león que cazaba a la presa y las moscas que pululaban a su alrededor devorando los restos que dejaba se podían considerar iguales.
Sin embargo, su cuerpo ya no era el que un día fue. En otro tiempo, en otra época, hubiese aplastado al criajo hormonado que osó enfrentarle con la punta de un dedo. Ahora se tenía que conformar con machacarle con las manos. Se miró el cuerpo. Raquítico, endeble, quebradizo… Un insulto para albergar su alma. Pero seguía siendo el Demonio Blanco. Su mente seguía dando a luz pensamientos tan letales como el veneno de las víboras, y con resultados tan equitativos y eficaces como la peste.
—Elijo la muerte. —La muerte siempre era la respuesta correcta.
Entonces sacó dos pequeñas bolitas de papel del portaobjetos y enseñó el dorso de la mano a su igual. A la mosca incordiante. Mejor que no viese lo que se traía entre manos. Así no le arruinaría la sorpresa.
Tomó con la zurda una de las bolitas y entonces sí se la mostró al espadachín, a la vez que la apretaba con fuerza y cerraba los ojos. Una luz cegadora inundó el local, quemando la retina de los que osaron mirarla como Izanagi al contemplar a su esposa en el Yomi. Dejó caer la hikaridama y estrelló la bomba sonora que tenía en la diestra contra el suelo, a los pies del espadachín, a la vez que se llevaba las manos a los oídos para amortiguar el estruendoso sonido que fue liberado. Era más agudo que un chillido, más violento que un grito de guerra y con el eco profundo de un trueno cercano. Era como el rugido de su madre, Izanami, cuando se vio traicionada por su esposo y amante.
Y también era un mensaje. El pistoletazo de salida para su particular carrera. El Demonio Blanco abrió los ojos, sus piernas se impulsaron como una hoja en una tormenta y su pierna voló alegre y contenta al encuentro del espadachín. Una patada voladora directa a su cara, para no perder la costumbre.
Estado de Haskoz
• PV:
36/150
• CK:
3/60
-24
–Sharingan activado
Sello Maldito del Demonio Blanco liberado (4/8 turnos)
Inventario:
- Hitai-ate [Cuello]
- Portaobjetos [Lateral derecho de la espalda, a la altura de la cadera] [9/10]
- Bomba sonora x1 x0
- Bomba de humo x1
- Bomba de luz [x1 x0
- Hilo shinobi 3/3
- Paquete de 15 makabishi x1
- Kunai x1
- Shuriken x3 x2 x0
- Bomba sonora x1 x0
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado