6/02/2017, 19:25
Los chuunin que estaban apostados en la pequeña caseta, junto a las puertas de la Villa a salvo del relente nocturno bajo un tejado de color ocre y al calor de una moderna estufa eléctrica, no pudieron evitar alzar sus miradas hacia la pareja de jovencitos. Concretamente, miraron durante un rato al que había alzado la voz, alerta, pero luego volvieron a sus conversaciones como si aquello no tuviese importancia.
Por su parte, el Uchiha alzó una ceja con gesto sorprendido. Era como si no fuese capaz de entender lo que aquel muchacho le había replicado; y es que, ¿no enseñaban a todos el valor del compañerismo y la cortesía en la Academia? Akame pronto recobró su expresión calmada y su sonrisa tranquila.
—Vaya, discúlpame. Te había confudido con un compañero shinobi —dijo finalmente, haciendo una levísima inclinación de cabeza—. Supuse que, en este lugar y a estas horas de la noche, no podía tratarse de otra persona.
Los ojos negros del Uchiha recorrieron nuevamente la figura de aquel chico; pequeño, delgado y sin bandana alguna. «Tal vez realmente no sea un ninja...». Sin embargo, aquel chico tenía algo que le intrigaba; había determinación en su voz.
—¿Qué haces por aquí y a estas horas de la noche, muchacho? Puedo acompañarte a casa si quieres, aunque sea Primavera no creo que quieras dormir al raso y estas calles son muy oscuras.
Por su parte, el Uchiha alzó una ceja con gesto sorprendido. Era como si no fuese capaz de entender lo que aquel muchacho le había replicado; y es que, ¿no enseñaban a todos el valor del compañerismo y la cortesía en la Academia? Akame pronto recobró su expresión calmada y su sonrisa tranquila.
—Vaya, discúlpame. Te había confudido con un compañero shinobi —dijo finalmente, haciendo una levísima inclinación de cabeza—. Supuse que, en este lugar y a estas horas de la noche, no podía tratarse de otra persona.
Los ojos negros del Uchiha recorrieron nuevamente la figura de aquel chico; pequeño, delgado y sin bandana alguna. «Tal vez realmente no sea un ninja...». Sin embargo, aquel chico tenía algo que le intrigaba; había determinación en su voz.
—¿Qué haces por aquí y a estas horas de la noche, muchacho? Puedo acompañarte a casa si quieres, aunque sea Primavera no creo que quieras dormir al raso y estas calles son muy oscuras.