6/02/2017, 21:37
(Última modificación: 7/02/2017, 00:34 por Uchiha Akame.)
«Tiene agallas, eso está claro», reflexionó el Uchiha sin apartar su mirada azabache de la de aquel niño. Por lo que Akame había podido saber, y experimentar, en su corta vida como shinob del Remolino, en aquella Aldea no sólo a los ninjas se les impartían unos férreos valores. Los lugareños solían ser también gentes amables y abiertas, siempre respetuosas con la autoridad y sus dispensadores —es decir, la gente como Akame—. A excepción de un par de casos poco notables, aquel niño era la primera persona que Akame veía desafiar abiertamente a un shinobi. Lo cual no hizo sino prender una luz tililante y pequeña de curiosidad en su interior.
Si en algún momento había estado a punto de darse media vuelta y dejar a aquel chiquillo bravo y gritón a su suerte, eso se había disipado como humo en el viento.
—Palos y piedras romperán mis huesos, pero las palabras no pueden dañarme —recitó Akame, aun sin apartarse ni un centímetro del muchachito, alzando un dedo con gesto enunciador—. Puedes continuar insultándome si eso te hace sentir mejor, pero no eres más que un perro ladrando a la Luna.
El Uchiha ensanchó ligeramente aquella eterna sonrisa que siempre adornaba su rostro. Aquella aburrida noche de Primavera acababa de tornarse mucho más interesante; ahora tenía un objetivo. Averiguar el calado de aquel chico enfadado con el mundo.
Si en algún momento había estado a punto de darse media vuelta y dejar a aquel chiquillo bravo y gritón a su suerte, eso se había disipado como humo en el viento.
—Palos y piedras romperán mis huesos, pero las palabras no pueden dañarme —recitó Akame, aun sin apartarse ni un centímetro del muchachito, alzando un dedo con gesto enunciador—. Puedes continuar insultándome si eso te hace sentir mejor, pero no eres más que un perro ladrando a la Luna.
El Uchiha ensanchó ligeramente aquella eterna sonrisa que siempre adornaba su rostro. Aquella aburrida noche de Primavera acababa de tornarse mucho más interesante; ahora tenía un objetivo. Averiguar el calado de aquel chico enfadado con el mundo.