10/06/2015, 20:53
Al principio, Ayame le había señalado, incrédula, y le había llamado ladrón. Lo primero lo solía hacer todo el mundo, lo segundo, no tanto, e hizo que el rubio se deshiciera en una sonora carcajada. A broma, lo había tomado, menos mal que no sabía que por parte de la kunoichi no lo era tanto.
—Mis Darumanegai, regalo de mi madre —le había explicado, mientras se acercaba para realizar el ritual de conciliación—. Sello técnicas dentro de ellos, y puedo devolverlas, entre algunas cosas más. Ni siquiera yo sé de todo lo que son capaces, pero bueno.
Pero Ayame no quería darse por vencida tan pronto, así lo demostraban sus lágrimas y el gesto nervioso que mantenía mordiéndose el labio inferior. Daruu giró un poco el rostro y sonrió.
—¡Vamos! ¿Qué pasa? Hemos conocido las habilidades del uno y del otro, ahora estamos más preparados para un segundo round —dijo—. Esta reconciliación será una promesa. Un día, acabaremos esta pelea. ¿De acuerdo? No estaría bien terminar el día de nuestra graduación llenos de cortes, golpes y quemaduras. ¿Qué dirá nuestra familia?
»¡Ya sé! Mi madre tiene una pastelería, está al lado de tu casa. Es donde vivimos, ¿no? Ya que vamos de camino, te invito a un chocolate calentito y a un bollito de vainilla. Están tope buenos.
—Mis Darumanegai, regalo de mi madre —le había explicado, mientras se acercaba para realizar el ritual de conciliación—. Sello técnicas dentro de ellos, y puedo devolverlas, entre algunas cosas más. Ni siquiera yo sé de todo lo que son capaces, pero bueno.
Pero Ayame no quería darse por vencida tan pronto, así lo demostraban sus lágrimas y el gesto nervioso que mantenía mordiéndose el labio inferior. Daruu giró un poco el rostro y sonrió.
—¡Vamos! ¿Qué pasa? Hemos conocido las habilidades del uno y del otro, ahora estamos más preparados para un segundo round —dijo—. Esta reconciliación será una promesa. Un día, acabaremos esta pelea. ¿De acuerdo? No estaría bien terminar el día de nuestra graduación llenos de cortes, golpes y quemaduras. ¿Qué dirá nuestra familia?
»¡Ya sé! Mi madre tiene una pastelería, está al lado de tu casa. Es donde vivimos, ¿no? Ya que vamos de camino, te invito a un chocolate calentito y a un bollito de vainilla. Están tope buenos.