8/02/2017, 17:13
-Vale Franco, ya has demostrado que eres muy autoritario y eso. Pero hazte un favor y deja las hostilidades o tendré que... ZASCA! Me soltó un rodillazo en toda la boca con toda la traición del mundo. En ese mismo fatídico instante, la sangre me comenzó a hervir, tanto que comenzó a darme unos tremendos calores y sofocos. Hasta el punto de que la piel de mi cuerpo comenzó a enrojecerse tan rápido, que parecía algo antinatural.
¡Será hijo de puta!
Afortunadamente, fue un rodillazo débil, quizás a modo de advertencia o no se. La cuestión es que sorprendido, me llevé la mano de forma involuntaria en el lugar donde recibí el golpe para comprobar que todo estaba en su sitio. Solo noté una ligera molestia, aquella bravuconada del rubio me hinchó los cojones de manera peligrosa. Mi mente, comenzaba a diluirse, y mis pensamientos se enturbiaban de aquella manera tan desagradable e impredecible...Yoshimitsu se fue...
Dediqué una mirada psicópata a mi agresor que ahora empuñaba un cuchillo más grande que antes. Y solo me venía a la mente yo introduciéndole aquel puñal por la traquea tan hondo, que le saldría por donde amargan los pepinos. Comencé a hiperventilar y bufar como un animal salvaje y fuera de control.
-¡TE VOY A HACER PICADILLO! Grité enfurecido.
No podía obviar que empuñaba un arma y que era peligrosa. Aún así, apenas podía contenerme para lanzarme sobre él y darle su merecido castigo. Si hacía un paso en falso, un movimiento que no me gustara lo más mínimo, me abalanzaría sobre él sin ninguna piedad. Solo le quedaba una opción, y era la de retroceder.