8/02/2017, 23:48
Nada más lanzarse al aire, supo que algo iba mal. El chakra que corría por su sistema circulatorio había descendido a niveles alarmantes con aquella última técnica, como el caudal de un río en el más seco de los veranos.
Para empeorarlo, volvió a fallar. Últimamente se estaba convirtiendo en una costumbre con aquel cuerpo, ya fuese por mala suerte o por habilidad del contrario. Su patada voladora pasó de largo, aterrizando en el suelo con piernas temblorosas y cansadas...
… pero no cayó. El odio de la Diosa Izanami le sostuvo.
Giró la cabeza y observó al cadáver. Al que sería el próximo cadáver. Aquel espadachín le había dicho algo, pero no tuvo tiempo de responder. Con la agilidad de un rayo y la fluidez del viento, el hombre había blandido la katana en su dirección, y no le hizo falta tener el Sharingan para saber que aquel tajo le dejaría sin cabeza.
Sus piernas sacaron chakra de donde no le quedaban para repetir, por segunda vez, el Dynamic Entry. Esta vez no para golpear a nadie, esta vez no para matar, sino para usar esa velocidad extra que le permitiese saltar hacia adelante y evadir la letal hoja que se cernía sobre su cuello desde atrás…
... El cuerpo del Demonio Blanco salió despedido hacia adelante con violencia, sin control y rodando por el suelo. La punta de la hoja de la katana del capitán Tamashi había quedado bañada en sangre, y cuando finalmente el cuerpo del Demonio Blanco se detuvo cayendo en una de las grietas formadas por el pequeño grandullón —ahora cadáver—, su cabeza quedó colgando en una posición extraña. Antinatural. Específicamente, le colgaba sobre un hombro, unido tan solo a su torso por una tira de carne… la única que había escapado al mortífero acero.
El cabello que le cubría la nuca también se vio cortado, dejando ahora al descubierto un tatuaje de una serpiente enroscada en una calavera. Finalmente, por la inercia, su torso cayó hacia adelante contra el suelo, de suerte que su cabeza volvió a quedar aparentemente encajonada por la nueva posición de su cuerpo...
¿Sería aquel el final del Demonio Blanco, temido en todo Oonindo con distintos rostros y distintos nombres? ¿Sería aquel el final de Uchiha Haskoz, intrépido shinobi que había sobrevivido al Bosque de Azur, tan solo para luego morir en un Dojo semivacío sin pena ni gloria? El destino, a veces, tenía un sentido del humor cínico y cruel. Especialmente con los shinobis irreflexivos e imprudentes…
Para empeorarlo, volvió a fallar. Últimamente se estaba convirtiendo en una costumbre con aquel cuerpo, ya fuese por mala suerte o por habilidad del contrario. Su patada voladora pasó de largo, aterrizando en el suelo con piernas temblorosas y cansadas...
… pero no cayó. El odio de la Diosa Izanami le sostuvo.
Giró la cabeza y observó al cadáver. Al que sería el próximo cadáver. Aquel espadachín le había dicho algo, pero no tuvo tiempo de responder. Con la agilidad de un rayo y la fluidez del viento, el hombre había blandido la katana en su dirección, y no le hizo falta tener el Sharingan para saber que aquel tajo le dejaría sin cabeza.
Sus piernas sacaron chakra de donde no le quedaban para repetir, por segunda vez, el Dynamic Entry. Esta vez no para golpear a nadie, esta vez no para matar, sino para usar esa velocidad extra que le permitiese saltar hacia adelante y evadir la letal hoja que se cernía sobre su cuello desde atrás…
... El cuerpo del Demonio Blanco salió despedido hacia adelante con violencia, sin control y rodando por el suelo. La punta de la hoja de la katana del capitán Tamashi había quedado bañada en sangre, y cuando finalmente el cuerpo del Demonio Blanco se detuvo cayendo en una de las grietas formadas por el pequeño grandullón —ahora cadáver—, su cabeza quedó colgando en una posición extraña. Antinatural. Específicamente, le colgaba sobre un hombro, unido tan solo a su torso por una tira de carne… la única que había escapado al mortífero acero.
El cabello que le cubría la nuca también se vio cortado, dejando ahora al descubierto un tatuaje de una serpiente enroscada en una calavera. Finalmente, por la inercia, su torso cayó hacia adelante contra el suelo, de suerte que su cabeza volvió a quedar aparentemente encajonada por la nueva posición de su cuerpo...
¿Sería aquel el final del Demonio Blanco, temido en todo Oonindo con distintos rostros y distintos nombres? ¿Sería aquel el final de Uchiha Haskoz, intrépido shinobi que había sobrevivido al Bosque de Azur, tan solo para luego morir en un Dojo semivacío sin pena ni gloria? El destino, a veces, tenía un sentido del humor cínico y cruel. Especialmente con los shinobis irreflexivos e imprudentes…
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado