11/06/2015, 13:29
Un nuevo día y una nueva aventura en mente del Aburame, quien salió de la aldea cuando la luz del día aún permanecía apagada, cubriendo su cuerpo con vestimentas grisáceas y opacas como siempre acostumbraba. Una camiseta holgada, grande para un chico que día a día estaba en la lucha entre una complexión atlética y famélica, unos pantalones largos repletos de bolsillos y finalmente unas sandalias azules bien aferradas a sus pies.
No había demasiados detalles por destacar, excepto por el estuche de armas en la parte trasera derecha de su cintura, o la banda ninja de Kusagakure no Sato en el cuello; también su simétrico y también insípido peinado, pero eso eran detalles de su aspecto físico que no podía cambiar por mucho que el quisiera.
Un largo bostezo se dio durante parte del viaje.
Su andar actual se daba por la vera del camino, observando desde la distancia los arrozales que se encontraban a lo lejos y en los cuales ya había gente trabajando. Frialdad pura expresaba su ser, pues alguien sin presencia e inexpresivo en extremo no podía transmitir que un gusto amargo o simplemente, un extraño vacío.
La vista del muchacho se posó al cabo de un rato sobre una caravana que se acercaba a la distancia, pero pronto se apagó una vez. Bajó la vista para observar sus pies, mientras escondía su mano izquierda en uno de los bolsillos de su pantalón, y con la derecha jugaba con un par de insectos que revoloteaban entre sus dedos...
Se frenó en cuanto la caravana se alineó con su camino. Volviendo a observarla sin motivo alguno más que el de ver lo que había allí, omitiendo cualquier tipo de pensamiento... Kyou estaba allí, pero su alma parecía no estarlo.
No había demasiados detalles por destacar, excepto por el estuche de armas en la parte trasera derecha de su cintura, o la banda ninja de Kusagakure no Sato en el cuello; también su simétrico y también insípido peinado, pero eso eran detalles de su aspecto físico que no podía cambiar por mucho que el quisiera.
Un largo bostezo se dio durante parte del viaje.
Su andar actual se daba por la vera del camino, observando desde la distancia los arrozales que se encontraban a lo lejos y en los cuales ya había gente trabajando. Frialdad pura expresaba su ser, pues alguien sin presencia e inexpresivo en extremo no podía transmitir que un gusto amargo o simplemente, un extraño vacío.
La vista del muchacho se posó al cabo de un rato sobre una caravana que se acercaba a la distancia, pero pronto se apagó una vez. Bajó la vista para observar sus pies, mientras escondía su mano izquierda en uno de los bolsillos de su pantalón, y con la derecha jugaba con un par de insectos que revoloteaban entre sus dedos...
Se frenó en cuanto la caravana se alineó con su camino. Volviendo a observarla sin motivo alguno más que el de ver lo que había allí, omitiendo cualquier tipo de pensamiento... Kyou estaba allí, pero su alma parecía no estarlo.