11/06/2015, 16:36
La carcajada de Daruu ante sus sorprendidas exclamaciones hendió el aire, y Ayame se quedó ligeramente cortada ante su reacción. Al parecer, aquellos pequeños daruma que llevaba colgados en el cinturón no eran simples muñecos como había podido parecer en un principio. Para su completa estupefacción, parecía que eran capaces de absorber las técnicas que les lanzaban para después devolverlas. Aquello explicaba por qué el Mizurappa de Ayame no sólo no había dado en el blanco, sino que había acabado siendo utilizado por su oponente para apagar el fuego que él mismo había ocasionado.
—I... increíble... —balbuceó, y sintió cómo una gota de sudor frío se deslizaba por su sien.
Sin embargo, seguía resistiéndose a abandonar el combate tan pronto. Su propio orgullo se lo impedía. Había vivido levantándose una y otra vez, incansable, bajo la pétrea mirada de su padre cuando entrenaba con él. ¿Cómo podía ahora simplemente cerrar el sello de la conciliación cuando podía seguir moviéndose?
Aunque debía admitir que Daruu tenía razón en un punto. Con aquella reconfortante sonrisa, afirmó que ya conocían las habilidades del otro y que eso podría dar lugar a una segunda revancha. Además, y aquel fue el argumento que más le convenció, no sería buena idea que llegaran a casa cubiertos de magulladuras cuando acababan de graduarse como genin. Por un momento se imaginó la escena de la cara que pondrían Zetsuo y Kōri si la vieran atravesar la puerta de casa llena de quemaduras, golpes y moratones.
Y no le gustó la perspectiva...
—Está bien... —cedió al fin, con un suspiro, y aún a regañadientes alzó la mano para que sus dedos índice y corazón se entrecruzaran.
«Tiene la piel cálida.» Se sorprendió pensando, y enseguida se ruborizó sin saber muy bien por qué.
Habiendo sentenciado la paz, Daruu sugirió enseguida un nuevo plan. Al parecer su madre tenía una pastelería que quedaba justo en el edificio en el que ambos vivían. Estuvo a punto de asentir, eufórica; pero un repentino recuerdo la hizo palidecer repentinamente.
—Me... me encantaría pero... mi hermano que estaba en una misión de alto secreto... investigando esa pastelería —tartamudeó, midiendo cuidadosamente las palabras que debía pronunciar para no ofender la voluntad de su compañero. Si era cierto que aquel local era de su madre...—. Dice... dice que están comprobando que cumple con los requisitos de sanidad, porque... porque...
»Sospechan que los dulces que allí venden están contaminados y que ha habido muchos casos de intoxicación que han acabado en el hospital de mi padre...
—I... increíble... —balbuceó, y sintió cómo una gota de sudor frío se deslizaba por su sien.
Sin embargo, seguía resistiéndose a abandonar el combate tan pronto. Su propio orgullo se lo impedía. Había vivido levantándose una y otra vez, incansable, bajo la pétrea mirada de su padre cuando entrenaba con él. ¿Cómo podía ahora simplemente cerrar el sello de la conciliación cuando podía seguir moviéndose?
Aunque debía admitir que Daruu tenía razón en un punto. Con aquella reconfortante sonrisa, afirmó que ya conocían las habilidades del otro y que eso podría dar lugar a una segunda revancha. Además, y aquel fue el argumento que más le convenció, no sería buena idea que llegaran a casa cubiertos de magulladuras cuando acababan de graduarse como genin. Por un momento se imaginó la escena de la cara que pondrían Zetsuo y Kōri si la vieran atravesar la puerta de casa llena de quemaduras, golpes y moratones.
Y no le gustó la perspectiva...
—Está bien... —cedió al fin, con un suspiro, y aún a regañadientes alzó la mano para que sus dedos índice y corazón se entrecruzaran.
«Tiene la piel cálida.» Se sorprendió pensando, y enseguida se ruborizó sin saber muy bien por qué.
Habiendo sentenciado la paz, Daruu sugirió enseguida un nuevo plan. Al parecer su madre tenía una pastelería que quedaba justo en el edificio en el que ambos vivían. Estuvo a punto de asentir, eufórica; pero un repentino recuerdo la hizo palidecer repentinamente.
—Me... me encantaría pero... mi hermano que estaba en una misión de alto secreto... investigando esa pastelería —tartamudeó, midiendo cuidadosamente las palabras que debía pronunciar para no ofender la voluntad de su compañero. Si era cierto que aquel local era de su madre...—. Dice... dice que están comprobando que cumple con los requisitos de sanidad, porque... porque...
»Sospechan que los dulces que allí venden están contaminados y que ha habido muchos casos de intoxicación que han acabado en el hospital de mi padre...