13/02/2017, 00:31
—Pues yo creo que te hartaste, algo salió de ti y los mató. A los dos.
La cara que compuso el Uchiha no pudo reflejar más su desconcierto. ¿Matarles? ¿A los dos? Era cierto que tenía sus momentos, como todo el mundo, pero de ahí a decir semejante barbaridad… Sin embargo, antes de que pudiese decir algo en su defensa, la mujer le preguntó si le dolía la cicatriz.
Haskoz alzó una ceja al cielo, todavía más sorprendido. ¿La cicatriz? La respuesta le llegó en forma de espejo, que reflejó su rostro demacrado y pálido. Una línea de carne le rodeaba el cuello. Recta, como si alguien le hubiese hecho un corte de lo más profesional, pero horrorosamente gruesa. Una imagen dantesca, tan solo superada por la visión del parche en su ojo izquierdo. El tema que tanto había tratado de evitar volvió a pegarle de lleno, como un puñetazo en el estómago, y sintió como algo le estrujaba el corazón y le revolvía las entrañas.
La mujer no le dio tregua:
—Porque hace dos días te cortaron el cuello, amigo. Te decapitaron. Casi por completo. Y el que te lo hizo podría jurar sobre la tumba de todos sus ancestros que el cuello se te volvió a unir, sólo.
La información sonó como un sinsentido en su cabeza. ¿Qué le habían decapitado? Pero, ¿cómo narices no se iba a acordar de algo así? Aquella chica tenía que estar jugando con él. Debía ser eso… y, sin embargo, no se imaginaba qué otra cosa hubiese podido causarle una cicatriz semejante.
—¿Has visto ese tatuaje que llevas en la nuca? Sé que la pregunta es estúpida, pero, ¿lo has visto? ¿Sabes quién te lo hizo? ¿De dónde ha salido?
—No… Yo no… —la cabeza le daba vueltas y no sabía qué pensar. La presión en el pecho fue en aumento y le costaba respirar—. Lo tengo desde que salí del Bosque de Azur, creo… Pero no tengo ni idea de cómo llegó ahí…
Ya había aguantado suficiente. Sabía que debía preguntar por aquellos chicos a los que se había encontrado. O porqué estaba en aquella situación. O qué iba a pasarle. Pero no podía. Simplemente, necesitaba saberlo:
—Samurai-san —dijo, a falta de otro nombre por el que llamarla—. ¿Podría…? —Haskoz apartó la vista del espejo. No quería seguir mirando—. ¿Podría quitarme el parche? —esbozó una sonrisa. Una sonrisa amarga—. Como habrá deducido, mi capacidad para sanar está fuera de lo normal. Tuviese la herida que tuviese, seguro que ya está curada —su voz sonaba temblorosa, desesperanzada. Sabía lo que estaba a punto de responderle. Sabía lo que estaba a punto de revelarle. Tenía la misma certeza que cuando te golpeas el dedo meñique del pie contra una esquina, y no notas nada, pero sabes que el dolor está a punto de llegar...
Lo sabía, y aún así necesitaba oírlo.
La cara que compuso el Uchiha no pudo reflejar más su desconcierto. ¿Matarles? ¿A los dos? Era cierto que tenía sus momentos, como todo el mundo, pero de ahí a decir semejante barbaridad… Sin embargo, antes de que pudiese decir algo en su defensa, la mujer le preguntó si le dolía la cicatriz.
Haskoz alzó una ceja al cielo, todavía más sorprendido. ¿La cicatriz? La respuesta le llegó en forma de espejo, que reflejó su rostro demacrado y pálido. Una línea de carne le rodeaba el cuello. Recta, como si alguien le hubiese hecho un corte de lo más profesional, pero horrorosamente gruesa. Una imagen dantesca, tan solo superada por la visión del parche en su ojo izquierdo. El tema que tanto había tratado de evitar volvió a pegarle de lleno, como un puñetazo en el estómago, y sintió como algo le estrujaba el corazón y le revolvía las entrañas.
La mujer no le dio tregua:
—Porque hace dos días te cortaron el cuello, amigo. Te decapitaron. Casi por completo. Y el que te lo hizo podría jurar sobre la tumba de todos sus ancestros que el cuello se te volvió a unir, sólo.
La información sonó como un sinsentido en su cabeza. ¿Qué le habían decapitado? Pero, ¿cómo narices no se iba a acordar de algo así? Aquella chica tenía que estar jugando con él. Debía ser eso… y, sin embargo, no se imaginaba qué otra cosa hubiese podido causarle una cicatriz semejante.
—¿Has visto ese tatuaje que llevas en la nuca? Sé que la pregunta es estúpida, pero, ¿lo has visto? ¿Sabes quién te lo hizo? ¿De dónde ha salido?
—No… Yo no… —la cabeza le daba vueltas y no sabía qué pensar. La presión en el pecho fue en aumento y le costaba respirar—. Lo tengo desde que salí del Bosque de Azur, creo… Pero no tengo ni idea de cómo llegó ahí…
Ya había aguantado suficiente. Sabía que debía preguntar por aquellos chicos a los que se había encontrado. O porqué estaba en aquella situación. O qué iba a pasarle. Pero no podía. Simplemente, necesitaba saberlo:
—Samurai-san —dijo, a falta de otro nombre por el que llamarla—. ¿Podría…? —Haskoz apartó la vista del espejo. No quería seguir mirando—. ¿Podría quitarme el parche? —esbozó una sonrisa. Una sonrisa amarga—. Como habrá deducido, mi capacidad para sanar está fuera de lo normal. Tuviese la herida que tuviese, seguro que ya está curada —su voz sonaba temblorosa, desesperanzada. Sabía lo que estaba a punto de responderle. Sabía lo que estaba a punto de revelarle. Tenía la misma certeza que cuando te golpeas el dedo meñique del pie contra una esquina, y no notas nada, pero sabes que el dolor está a punto de llegar...
Lo sabía, y aún así necesitaba oírlo.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado