13/06/2015, 09:17
Sintonía.
Era lo que se podía sentir al observar una batalla entre estos dos seres. Una comunión de movimiento que quizás podría ser impresionante ahora, pero que más adelante podría traerles problemas. Aún así, era evidente que la juventud de ambos hermanos no les había permitido hasta ahora desarrollar individualmente sus propias estrategias y habilidades que les diferenciaran. Se podía notar en los ataques, los bloqueos y las tretas de distracción. En ese sentido, se pudo evidenciar que aquel combo no fue tan efectivo como Kota hubiese querido, aunque su hermano tuvo que comerse un ligero golpe que digirió fácilmente. No sin antes aprovechar la supuesta confianza que podría haber tenido el peliblanco para contraatacar y lanzar él, sin piedad; otra serie de puñetazos.
Los ojos de Kota comenzaron a plasmar su función en el cambo de batalla. La pequeña destreza visual que esa etapa inicial del Sharingan le otorgaba fue lo que le permitió darse cuenta de lo que venía. Y consciente de, dejó que el primer golpe toqueteara su hombro aunque mantuvo las piernas fuertes para no desbalancearse. Sin embargo, aprovechó el pequeño empujón que ese contacto le había generado para inclinarse hacia un costado y evadir así —por los pelos—. aquel brazo ascendente que quería buscar su mandíbula.
¿Era cámara lenta?... no exáctamente. Pero fue allí que sintió realmente la utilidad del tan famoso sharingan. Una apreciación del movimiento que sin duda no tendría sin que aquella aspa conquistara sus ojos.
En cuanto su hermano tomó distancia, él también lo hizo.
—Estoy de acuerdo, yotita... ¿por qué no lanzas tú la primera piedra? —contestó risueño—. pero luego no escondas la mano, ¿eh?...
Kota asumió una nueva posición de pelea para aguardar paciente a lo que vendría. Sabía que no sería sencillo, las cosas se caldearían un poco. Nada que no fuese bueno para el espectáculo, pensó.
Era lo que se podía sentir al observar una batalla entre estos dos seres. Una comunión de movimiento que quizás podría ser impresionante ahora, pero que más adelante podría traerles problemas. Aún así, era evidente que la juventud de ambos hermanos no les había permitido hasta ahora desarrollar individualmente sus propias estrategias y habilidades que les diferenciaran. Se podía notar en los ataques, los bloqueos y las tretas de distracción. En ese sentido, se pudo evidenciar que aquel combo no fue tan efectivo como Kota hubiese querido, aunque su hermano tuvo que comerse un ligero golpe que digirió fácilmente. No sin antes aprovechar la supuesta confianza que podría haber tenido el peliblanco para contraatacar y lanzar él, sin piedad; otra serie de puñetazos.
Los ojos de Kota comenzaron a plasmar su función en el cambo de batalla. La pequeña destreza visual que esa etapa inicial del Sharingan le otorgaba fue lo que le permitió darse cuenta de lo que venía. Y consciente de, dejó que el primer golpe toqueteara su hombro aunque mantuvo las piernas fuertes para no desbalancearse. Sin embargo, aprovechó el pequeño empujón que ese contacto le había generado para inclinarse hacia un costado y evadir así —por los pelos—. aquel brazo ascendente que quería buscar su mandíbula.
¿Era cámara lenta?... no exáctamente. Pero fue allí que sintió realmente la utilidad del tan famoso sharingan. Una apreciación del movimiento que sin duda no tendría sin que aquella aspa conquistara sus ojos.
En cuanto su hermano tomó distancia, él también lo hizo.
—Estoy de acuerdo, yotita... ¿por qué no lanzas tú la primera piedra? —contestó risueño—. pero luego no escondas la mano, ¿eh?...
Kota asumió una nueva posición de pelea para aguardar paciente a lo que vendría. Sabía que no sería sencillo, las cosas se caldearían un poco. Nada que no fuese bueno para el espectáculo, pensó.