25/02/2017, 00:51
Kaido se vio ligeramente distraído de su impresión inicial debido a la curiosa reacción de quien segundos antes, también hubo presenciado el cambio morfológico al que se había visto sujeto el cuervo de plumas negras. Porque cualquiera habría pensado que aquella transformación podría ser lo suficientemente extraña como para que un simple humano de color azul pasara a un segundo plano, pero sin embargo; para el tuerto no pareció ser así.
Su cara de "qué cojones tengo en frente" era más que obvia. Kaido casi las conocía a la perfección.
—Qué pasa, tuerto de mierda. ¿Nunca habías visto a un hombre azul? —le dijo, no sin antes empezar a caminar y golpearle el hombro con su brazo derecho —. la próxima que me veas así te escuezo el trasero a patadas, capullo. Y no lo hago ahora mismo porque tengo que ir a recibir mi jodida misión.
Le sacó el dedo medio por la espalda, y continuó su trayecto al interior del edificio de la Arashikage.
La vieja no tuvo nada que decir ante la evidente desidia de Uchiha Reiji. Dejó que un "¡Santo cielo!" le recorriera la cabeza y trató de disimular el susto con el temple que sus años de experiencia le habían otorgado. Era un tío muy feo, de eso no había duda; y no por nada preferiría llevar consigo esa máscara. Pero para ella, las normas de cortesía eran importantes. Un par de ojos negros sobrenaturales no le iban a a hacer cambiar de opinión, por más perturbador que pudiesen haber sido al principio.
La doña calló y dejó que el acomplejado Uchiha fuera hasta la pared más cercana y tomara asiento. Y sin embargo, no pasó demasiado tiempo para que tuviera que su viejo corazón se volviera a ver agitado por una impresión de tal magnitud. No bastaba con las iris oscuras como la mismísima noche de Uchiha Reiji, no...
Ahora un joven azulado, con agallas que latían al ritmo de su caminar y unos dientes afilados cual piraña se acercaba rápidamente hasta los linderos de su escritorio. Entonces, se resignó. ¿Qué le iba a pedir a él, que se quitara su dentadura?
—Tú debes ser... —comentó, temerosa.
—Al menos que conozcas de otro tiburón con piernas en ésta puta aldea, sí; ese soy yo. Ahora, por favor: ¿podría entregarme mi misión?
—Debes esperar por tu último compañero. ¡Uchiha Reiji, aquí está uno de los miembros de tu equipo! —les señaló, a ambos. Y luego apuntó a la puerta, por la que habían entrado ambos—. y... allí está. El tercer y último.
Detrás suyo, probablemente, se encontraba entrando Kagetsuna.
Su cara de "qué cojones tengo en frente" era más que obvia. Kaido casi las conocía a la perfección.
—Qué pasa, tuerto de mierda. ¿Nunca habías visto a un hombre azul? —le dijo, no sin antes empezar a caminar y golpearle el hombro con su brazo derecho —. la próxima que me veas así te escuezo el trasero a patadas, capullo. Y no lo hago ahora mismo porque tengo que ir a recibir mi jodida misión.
Le sacó el dedo medio por la espalda, y continuó su trayecto al interior del edificio de la Arashikage.
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La vieja no tuvo nada que decir ante la evidente desidia de Uchiha Reiji. Dejó que un "¡Santo cielo!" le recorriera la cabeza y trató de disimular el susto con el temple que sus años de experiencia le habían otorgado. Era un tío muy feo, de eso no había duda; y no por nada preferiría llevar consigo esa máscara. Pero para ella, las normas de cortesía eran importantes. Un par de ojos negros sobrenaturales no le iban a a hacer cambiar de opinión, por más perturbador que pudiesen haber sido al principio.
La doña calló y dejó que el acomplejado Uchiha fuera hasta la pared más cercana y tomara asiento. Y sin embargo, no pasó demasiado tiempo para que tuviera que su viejo corazón se volviera a ver agitado por una impresión de tal magnitud. No bastaba con las iris oscuras como la mismísima noche de Uchiha Reiji, no...
Ahora un joven azulado, con agallas que latían al ritmo de su caminar y unos dientes afilados cual piraña se acercaba rápidamente hasta los linderos de su escritorio. Entonces, se resignó. ¿Qué le iba a pedir a él, que se quitara su dentadura?
—Tú debes ser... —comentó, temerosa.
—Al menos que conozcas de otro tiburón con piernas en ésta puta aldea, sí; ese soy yo. Ahora, por favor: ¿podría entregarme mi misión?
—Debes esperar por tu último compañero. ¡Uchiha Reiji, aquí está uno de los miembros de tu equipo! —les señaló, a ambos. Y luego apuntó a la puerta, por la que habían entrado ambos—. y... allí está. El tercer y último.
Detrás suyo, probablemente, se encontraba entrando Kagetsuna.