25/02/2017, 01:39
Kaido no tenía ni la más mínima idea de por qué se encontraba en Inaka. Quizás, antes de partir; tenía la intención de tratar algún asunto por sus áridas calles, pero lo cierto es que en ese mismo instante no lo podía recordar. Había que echarle la culpa al imperioso calor que, sin duda alguna, le había estado martillando la cabeza al pobre escualo desde la mañana.
Y, teniendo en cuenta su condición; aquello era muy peligroso para él.
Su termo estaba más que vacío, y al parecer sus reservas corporales de agua también. Estaba tan mareado y perdido por las calles de Inaka, que muchos de los transeúntes le observaban como quien contempla las acciones de un sucio vagabundo. Kaido, sin embargo, llevaba consido su bandana en la frente. El cabello recogido en una coleta, y con la franela menos calurosa posible.
« Agua... ¿En dónde estoy?... Yarou-dono...»
Pronto una mano amiga le ayudaría a no desplomarse sobre la arena. Le alzó con ambos brazos, le metió un par de bofetadas y le instó a recuperar la cordura.
El viejo que le había ayudado comprendió que el muchacho azulado estaba deshidratado. Necesitaba agua, y urgente. Así que le llevó hasta la taberna más cercana, en la que entró lo menos llamativo posible para no despertar la curiosidad de los visitantes. Pero no sería fácil, tener que dejar en su interior a un hombre con la piel de ese color. Y menos, si se trataba de un shinobi.
—Denle agua a éste pobre escualo. No sé de qué tanque ha salido, pero vista su bandana; parece estar muy lejos de su hogar —espetó, sentándolo en una de las sillas de la barra. La cara del gyojin cayó inerte sobre la misma y siguió balbuceando. "Agua"... "Hozuki"... —. ¿podría alguien encargarse de él?
Y, teniendo en cuenta su condición; aquello era muy peligroso para él.
Su termo estaba más que vacío, y al parecer sus reservas corporales de agua también. Estaba tan mareado y perdido por las calles de Inaka, que muchos de los transeúntes le observaban como quien contempla las acciones de un sucio vagabundo. Kaido, sin embargo, llevaba consido su bandana en la frente. El cabello recogido en una coleta, y con la franela menos calurosa posible.
« Agua... ¿En dónde estoy?... Yarou-dono...»
Pronto una mano amiga le ayudaría a no desplomarse sobre la arena. Le alzó con ambos brazos, le metió un par de bofetadas y le instó a recuperar la cordura.
El viejo que le había ayudado comprendió que el muchacho azulado estaba deshidratado. Necesitaba agua, y urgente. Así que le llevó hasta la taberna más cercana, en la que entró lo menos llamativo posible para no despertar la curiosidad de los visitantes. Pero no sería fácil, tener que dejar en su interior a un hombre con la piel de ese color. Y menos, si se trataba de un shinobi.
—Denle agua a éste pobre escualo. No sé de qué tanque ha salido, pero vista su bandana; parece estar muy lejos de su hogar —espetó, sentándolo en una de las sillas de la barra. La cara del gyojin cayó inerte sobre la misma y siguió balbuceando. "Agua"... "Hozuki"... —. ¿podría alguien encargarse de él?