12/03/2017, 09:23
—Y, ¿usted es...?— —inquirió el tuerto, en cuanto se vio en capacidad de hacerlo.
El jonin miró a kagetsuna, levantó una ceja; y dejó entrever una media sonrisa. Luego, volteó a ver a Reiji, quien tras su transformación en humano; compartió:
—Yo se quien es —Kaido sintió curiosidad, y volteó tambien a ver a Reiji. Más atrás, la vieja encargada se retiraba silenciosamente hasta los confines de la seguridad de su escritorio—. es el tipo de persona del que mi madre dice que me mantenga alejado, que no son buenas influencias y esas cosas de madre. En cuanto a ti, si vuelves a insultarme te convierto de un zarpazo en la chica del grupo, guarda estas palabras en tu cabeza: Juega con el demonio y tu vida se convertirá en un infierno.
Infierno. Infierno era tener que lidiar con semejante trío. Eso era el infierno, meditó Kurozuchi.
—Infierno va a ser tener que ver esos ojitos de fenómeno de circo todos los días, Uchiha Reiji. O la falta de ojo, si de eso hablamos; en el caso del joven Kagetsuna —el jonin caminó hasta una posición más privilegiada, donde pudiera verle a los tres, y continuó, no sin antes señalar a Kaido:—. y ni hablar del pescuezo escamoso que tiene nuestro querido amigo aquí al lado. ¡Ughh, parece que están vivas!
A sabiendas de que sus pequeños jóvenes nuevos pupilos querrían responder, cada uno con sus propias ocurrencias; alzó el dedo y les encomendó a callar; volviendo a hablar.
—Eh, eh, eh, escuchad primero lo que tengo para decir, luego ya podéis decirme lo que sea si es que se os ocurre algo interesante para contrarrestar mis épicos chistes. Ahora...
Se cruzó de brazos, y sacó de su chaleco un pergamino.
»Mi nombre es Niboru Kurozuchi, Jonin de la aldea de la Lluvia y fiel servidor de los designios de nuestra amada, pletórica y amorosa kage: Yui-sama —argumentó, exagerado; quizás creyendo que la mismísima Yui podía estar escuchándole, allá, desde lo alto de su torreón—. a partir de hoy seré el sensei encargado de ustedes tres, como equipo. Vigilaré vuestros entrenamientos, dirigiré las misiones que les sean asignadas y trataré, en la medida de lo posible, evitar que os arranquéis las cabezas mientras tengáis que trabajar juntos. ¿Alguna pregunta? o... ¿no me he expresado lo suficientemente claro, eh, chiquillos?
Kaido se le quedó viendo, algo consternado. Hasta ese día no había asimilado la idea de que aquella extraña conformación de grupo ocurriera, y menos siendo él un miembro del mismo. Y quería responder con la grosería más ocurrente que su boca hubiese dicho nunca, pero la tan sola presencia del autoproclamado sensei de su nuevo equipo era lo bastante intimidante como para evitar que hiciera una tontería.
Su respuesta fue, entonces, cruzarse de brazos; y mirar a los otros dos, en complicidad. ¿Qué harían sus otros dos compañeros?
El jonin miró a kagetsuna, levantó una ceja; y dejó entrever una media sonrisa. Luego, volteó a ver a Reiji, quien tras su transformación en humano; compartió:
—Yo se quien es —Kaido sintió curiosidad, y volteó tambien a ver a Reiji. Más atrás, la vieja encargada se retiraba silenciosamente hasta los confines de la seguridad de su escritorio—. es el tipo de persona del que mi madre dice que me mantenga alejado, que no son buenas influencias y esas cosas de madre. En cuanto a ti, si vuelves a insultarme te convierto de un zarpazo en la chica del grupo, guarda estas palabras en tu cabeza: Juega con el demonio y tu vida se convertirá en un infierno.
Infierno. Infierno era tener que lidiar con semejante trío. Eso era el infierno, meditó Kurozuchi.
—Infierno va a ser tener que ver esos ojitos de fenómeno de circo todos los días, Uchiha Reiji. O la falta de ojo, si de eso hablamos; en el caso del joven Kagetsuna —el jonin caminó hasta una posición más privilegiada, donde pudiera verle a los tres, y continuó, no sin antes señalar a Kaido:—. y ni hablar del pescuezo escamoso que tiene nuestro querido amigo aquí al lado. ¡Ughh, parece que están vivas!
A sabiendas de que sus pequeños jóvenes nuevos pupilos querrían responder, cada uno con sus propias ocurrencias; alzó el dedo y les encomendó a callar; volviendo a hablar.
—Eh, eh, eh, escuchad primero lo que tengo para decir, luego ya podéis decirme lo que sea si es que se os ocurre algo interesante para contrarrestar mis épicos chistes. Ahora...
Se cruzó de brazos, y sacó de su chaleco un pergamino.
»Mi nombre es Niboru Kurozuchi, Jonin de la aldea de la Lluvia y fiel servidor de los designios de nuestra amada, pletórica y amorosa kage: Yui-sama —argumentó, exagerado; quizás creyendo que la mismísima Yui podía estar escuchándole, allá, desde lo alto de su torreón—. a partir de hoy seré el sensei encargado de ustedes tres, como equipo. Vigilaré vuestros entrenamientos, dirigiré las misiones que les sean asignadas y trataré, en la medida de lo posible, evitar que os arranquéis las cabezas mientras tengáis que trabajar juntos. ¿Alguna pregunta? o... ¿no me he expresado lo suficientemente claro, eh, chiquillos?
Kaido se le quedó viendo, algo consternado. Hasta ese día no había asimilado la idea de que aquella extraña conformación de grupo ocurriera, y menos siendo él un miembro del mismo. Y quería responder con la grosería más ocurrente que su boca hubiese dicho nunca, pero la tan sola presencia del autoproclamado sensei de su nuevo equipo era lo bastante intimidante como para evitar que hiciera una tontería.
Su respuesta fue, entonces, cruzarse de brazos; y mirar a los otros dos, en complicidad. ¿Qué harían sus otros dos compañeros?