15/06/2015, 15:34
(Última modificación: 15/06/2015, 15:47 por Eikyuu Juro.)
Cuando escuchó a Ayame se cruzó de brazos, mientras le dirigía le miraba con los ojos entrecerrados. Estaba claro que, o no lo entendía, o no quería entenderlo, pero para él ser shinobi era algo más que ayudar a cambio de dinero.
Pero no hubo falta instarle más. Después de unos cuantos pasos, donde la chica pareció pensárselo, al final tomó una decisión. Iban a ir, con una frase más sutil, pero irían. Juro sonrió ante ello. Después de todo, no parecía mala persona, quizá simplemente indecisa.
Sin mucho más que decir, ambos jóvenes avanzaron hacia el mismo camino que el bastón de esa inquietante señora había marcado. Pudo ver que su acompañante estaba bebiendo otra vez de su cantimplora, aunque por la forma en la que ella misma la inclinaba, no parecía quedar mucha.
El camino poco a poco fue inclinándose, ambos estaban subiendo una cuesta. Poco a poco, el marionetista dejaría de oir el incesante ruido de la cascada. Después de una breve caminata, empezarían a ver más y más árboles.
— Espero que no nos perdamos... — comentó, mientras continuaban por el camino, simplemente con el rumbo que seguía Ayame, y el recuerdo al que se estaban aferrando.
Pero, por primera vez en todo el día, la buena suerte pareció haber decidido inclinarse a su favor. Pasando a través de alguna que otra rama baja en el sendero, escucharon el ruido del agua.
— No debemos estar lejos — Juro intentaba sonar animado, aunque estaba bastante nervioso, por lo que pudiese encontrarse ahí.
Pero después de un par de pasos, lo que encontraron no fue aterrador. Frente a ellos, se alzaba un claro, en el que se encontraba el lago, de gran importancia en el paisaje. No habían recorrido mucha distancia, después de todo.
En una de las partes de la masa acuosa, se encontraba una mujer. Más bien una jovencita, Juro no supo distinguir su edad con exactitud, pero quizas no pasase de los dieciocho. Estaba sentada, justamente al lado de el lago, inclinando la cabeza para ver su reflejo en él. Cerca de ella, había varias gomas para el pelo, aunque ahora, tenía la melena rubia suelta, la cual le llegaba a parte de la espalda.
— ¿Que voy a hacer ahora? — la chica parecía estar hablando consigo misma. Mientras hablaba, urgaba en una mochila verdosa, que tenía a su lado, mientras sacaba un peine, y empezaba a utilizarlo sobre su melena — Ya estoy mejor, pero no quiero verla enfadada...Y si no vuelvo también se enfadara...
La chica parecía tener un dilema consigo misma, mientras se peinaba. Al menos parecía encontrarse mejor que antes, cuando había salido corriendo. Ayame y él se habían quedado quietos, semiocultos por los árboles, y la chica parecía no haber notado aún su presencia.
— ¿Que hacemos? ¿Le saludamos y ya? ¿Le decimos que conocemos a su madre? — le susurró a su compañera, dubitativo. Tenían que formar algun tipo de plan si no querían que la cosa empeorase.
Pero no hubo falta instarle más. Después de unos cuantos pasos, donde la chica pareció pensárselo, al final tomó una decisión. Iban a ir, con una frase más sutil, pero irían. Juro sonrió ante ello. Después de todo, no parecía mala persona, quizá simplemente indecisa.
Sin mucho más que decir, ambos jóvenes avanzaron hacia el mismo camino que el bastón de esa inquietante señora había marcado. Pudo ver que su acompañante estaba bebiendo otra vez de su cantimplora, aunque por la forma en la que ella misma la inclinaba, no parecía quedar mucha.
El camino poco a poco fue inclinándose, ambos estaban subiendo una cuesta. Poco a poco, el marionetista dejaría de oir el incesante ruido de la cascada. Después de una breve caminata, empezarían a ver más y más árboles.
— Espero que no nos perdamos... — comentó, mientras continuaban por el camino, simplemente con el rumbo que seguía Ayame, y el recuerdo al que se estaban aferrando.
Pero, por primera vez en todo el día, la buena suerte pareció haber decidido inclinarse a su favor. Pasando a través de alguna que otra rama baja en el sendero, escucharon el ruido del agua.
— No debemos estar lejos — Juro intentaba sonar animado, aunque estaba bastante nervioso, por lo que pudiese encontrarse ahí.
Pero después de un par de pasos, lo que encontraron no fue aterrador. Frente a ellos, se alzaba un claro, en el que se encontraba el lago, de gran importancia en el paisaje. No habían recorrido mucha distancia, después de todo.
En una de las partes de la masa acuosa, se encontraba una mujer. Más bien una jovencita, Juro no supo distinguir su edad con exactitud, pero quizas no pasase de los dieciocho. Estaba sentada, justamente al lado de el lago, inclinando la cabeza para ver su reflejo en él. Cerca de ella, había varias gomas para el pelo, aunque ahora, tenía la melena rubia suelta, la cual le llegaba a parte de la espalda.
— ¿Que voy a hacer ahora? — la chica parecía estar hablando consigo misma. Mientras hablaba, urgaba en una mochila verdosa, que tenía a su lado, mientras sacaba un peine, y empezaba a utilizarlo sobre su melena — Ya estoy mejor, pero no quiero verla enfadada...Y si no vuelvo también se enfadara...
La chica parecía tener un dilema consigo misma, mientras se peinaba. Al menos parecía encontrarse mejor que antes, cuando había salido corriendo. Ayame y él se habían quedado quietos, semiocultos por los árboles, y la chica parecía no haber notado aún su presencia.
— ¿Que hacemos? ¿Le saludamos y ya? ¿Le decimos que conocemos a su madre? — le susurró a su compañera, dubitativo. Tenían que formar algun tipo de plan si no querían que la cosa empeorase.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60