22/03/2017, 17:53
Akame casi se atrangató cuando, en lugar de divisar a la amable secretaria que él esperaba, se topó de repente con una imponente figura de cabellera rojiza y ojos color violeta. Uzumaki Shiona estaba allí, ante ellos, con un buen montón de papeles entre las manos. Les dediccó unas palabras amables que Akame no supo cómo interpretar.
—Shiona-sama —balbuceó, haciendo una profunda reverencia—. Disculpe la indiscreción, pero precisamente la estábamos buscando a usted.
El Uchiha daría unos momentos a su compañera para que ésta se presentase debidamente, y luego lo haría él.
—Mi nombre es Uchiha Akame, a su servicio —anunció, con una inclinación de cabeza; esta vez, mucho más leve—. Vengo a toda prisa desde Ushi, junto a mi compañera, para informarle de algo de suma importancia.
¿Cómo abordar el tema? Akame era consciente de la gravedad del asunto, tenía que andar con cuidado. Para más inri, aquella mujer le ponía nervioso con su sola presencia y rompía sin apenas esfuerzo la barrera de calma y tranquilidad que a él le caracterizaba. Mantenerse impasible frente a la mismísima Uzukage no era un juego de niños como cuando se dedicaba a desconcertar a sus compañeros de clase.
Al final decidió que lo mejor sería dejar que Eri empezase. Al fin y al cabo, había sido ella quien se había cruzado con el shinobi de Ame en el Cráter de la Hoja, y la que había sufrido el ataque de aquel ninja impostor. Cuando llegase a la parte de la taberna, intervendría él.
—Cuando nos encontramos en la taberna, me pusieron al tanto de lo que había ocurrido. Mientras hablábamos, el encargado del local se nos acercó afirmando que era un shinobi del Remolino asignado a una misión de rango B relacionada con estos ataques —comenzaría el Uchiha apenas Eri le cediese el turno—. Aseguró que su deber allí era muy importante, así como la información que habíamos descubierto nosotros —torció la boca en un gesto de desprecio—. Así que nos ordenó que matásemos al shinobi de Amegakure... Pero escapó.
El Uchiha bajó la mirada y apretó los puños, avergonzado. Acababa de quedar como un inútil frente a Shiona.
—Presa de la ira, nuestro mando golpeó a Eri-san —masculló—. Luego la insultó, y a usted también. Dijo que todo esto era por permitir a kunoichis ejercer puestos de autoridad. Después, nos mandó de vuelta a Uzushiogakure y nos aseguró que nos mataría si se lo contábamos a usted.
—Shiona-sama —balbuceó, haciendo una profunda reverencia—. Disculpe la indiscreción, pero precisamente la estábamos buscando a usted.
El Uchiha daría unos momentos a su compañera para que ésta se presentase debidamente, y luego lo haría él.
—Mi nombre es Uchiha Akame, a su servicio —anunció, con una inclinación de cabeza; esta vez, mucho más leve—. Vengo a toda prisa desde Ushi, junto a mi compañera, para informarle de algo de suma importancia.
¿Cómo abordar el tema? Akame era consciente de la gravedad del asunto, tenía que andar con cuidado. Para más inri, aquella mujer le ponía nervioso con su sola presencia y rompía sin apenas esfuerzo la barrera de calma y tranquilidad que a él le caracterizaba. Mantenerse impasible frente a la mismísima Uzukage no era un juego de niños como cuando se dedicaba a desconcertar a sus compañeros de clase.
Al final decidió que lo mejor sería dejar que Eri empezase. Al fin y al cabo, había sido ella quien se había cruzado con el shinobi de Ame en el Cráter de la Hoja, y la que había sufrido el ataque de aquel ninja impostor. Cuando llegase a la parte de la taberna, intervendría él.
—Cuando nos encontramos en la taberna, me pusieron al tanto de lo que había ocurrido. Mientras hablábamos, el encargado del local se nos acercó afirmando que era un shinobi del Remolino asignado a una misión de rango B relacionada con estos ataques —comenzaría el Uchiha apenas Eri le cediese el turno—. Aseguró que su deber allí era muy importante, así como la información que habíamos descubierto nosotros —torció la boca en un gesto de desprecio—. Así que nos ordenó que matásemos al shinobi de Amegakure... Pero escapó.
El Uchiha bajó la mirada y apretó los puños, avergonzado. Acababa de quedar como un inútil frente a Shiona.
—Presa de la ira, nuestro mando golpeó a Eri-san —masculló—. Luego la insultó, y a usted también. Dijo que todo esto era por permitir a kunoichis ejercer puestos de autoridad. Después, nos mandó de vuelta a Uzushiogakure y nos aseguró que nos mataría si se lo contábamos a usted.