31/03/2017, 06:34
Jinbë sonrió entre sus barbas, complacido con las respuestas. No podía negar que cada uno tenía su toque personal de rareza, pero regularmente se llevaba mejor con forajidos como ellos que con la gente normal.
—Pues bien; Kagetsuna y Kaido. Bienvenidos al negocio familiar, y espero que no tengáis ningún problema para cumplir con lo que les pediré éste día —mientras argumentaba aquello, sus magulladas manos se acercaron hasta los linderos de una gaveta cercana y tomó un pequeño cajón negro, con una nota sobre el mismo. Jinbë se lo entregó a Kurozuchi y le miró con la una repentina seriedad, asintió dos veces y volvió a mirar a los jóvenes—. mientras vuestro superior me hace éste pequeño favor, yo les explicaré todo con detalle. ¿Les parece?
—Tratad de no romper nada, por favor. Que hasta respirar sale caro en éste lugar —dijo Kurozuchi, a lo que el viejo Jinbë rió, casi secundando la veracidad del comentario del jounin. El sensei le dio una palmadita a Kaido en la espalda, y dejó la habitación; perdiéndose poco después en los pasillos del galpón, no sin antes soltar un ligero:—. ¡vuelvo en quince minutos!
Un poco hastiado del proceso, Kaido bufó y dejó entrever que le quedaba poca paciencia. Se cruzó de brazos en su asiento, y observó al viejo con cara de pocos amigos.
—¿Y bien?
—He adquirido un importante artilugio cuyo valor, ahora mismo, es incalculable. No sólo a nivel monetario, sino para la historia de una importante familia feudal de las tierras de la Tormenta. Sepan disculpar que no pueda darles demasiado detalle sobre el objeto en cuestión, o sobre a qué familia Real pertenece; pero para ésta casa de empeño es importante mantener ésta adquisición bajo perfil debido a la numerosa cantidad de gente que puede estar interesado en el.
Kaido se chupó los dientes, e intervino. No sin antes mirar primero a Kagetsuna.
—Pero el pergamino decía...
—El pergamino decía lo que vuestra aldea necesitaba leer para poder asignar la misión a novatos como ustedes. Verán, si yo reclamase a Amegakure una protección de élite, el nivel de la misión sería más alto. Eso llamaría mucho más la atención que la de un par de genin ayudando a éste pobre viejo a cuidar sus viejos artilugios de simples ladronzuelos, ¿verdad? —el viejo carraspeó la garganta y continuó—. por ello pedí explícitamente, también, que fuera un equipo con un sensei asignado. Sé que bajo la protección del sr. Kurozuchi, estaréis a salvo.
Aún así, quedaban muchos vacíos por llenar. Pero Kaido no tenía la cabeza tan clara y lúcida como para hacer él las preguntas pertinentes. Su compañero, quizás, sí.
—Pues bien; Kagetsuna y Kaido. Bienvenidos al negocio familiar, y espero que no tengáis ningún problema para cumplir con lo que les pediré éste día —mientras argumentaba aquello, sus magulladas manos se acercaron hasta los linderos de una gaveta cercana y tomó un pequeño cajón negro, con una nota sobre el mismo. Jinbë se lo entregó a Kurozuchi y le miró con la una repentina seriedad, asintió dos veces y volvió a mirar a los jóvenes—. mientras vuestro superior me hace éste pequeño favor, yo les explicaré todo con detalle. ¿Les parece?
—Tratad de no romper nada, por favor. Que hasta respirar sale caro en éste lugar —dijo Kurozuchi, a lo que el viejo Jinbë rió, casi secundando la veracidad del comentario del jounin. El sensei le dio una palmadita a Kaido en la espalda, y dejó la habitación; perdiéndose poco después en los pasillos del galpón, no sin antes soltar un ligero:—. ¡vuelvo en quince minutos!
Un poco hastiado del proceso, Kaido bufó y dejó entrever que le quedaba poca paciencia. Se cruzó de brazos en su asiento, y observó al viejo con cara de pocos amigos.
—¿Y bien?
—He adquirido un importante artilugio cuyo valor, ahora mismo, es incalculable. No sólo a nivel monetario, sino para la historia de una importante familia feudal de las tierras de la Tormenta. Sepan disculpar que no pueda darles demasiado detalle sobre el objeto en cuestión, o sobre a qué familia Real pertenece; pero para ésta casa de empeño es importante mantener ésta adquisición bajo perfil debido a la numerosa cantidad de gente que puede estar interesado en el.
Kaido se chupó los dientes, e intervino. No sin antes mirar primero a Kagetsuna.
—Pero el pergamino decía...
—El pergamino decía lo que vuestra aldea necesitaba leer para poder asignar la misión a novatos como ustedes. Verán, si yo reclamase a Amegakure una protección de élite, el nivel de la misión sería más alto. Eso llamaría mucho más la atención que la de un par de genin ayudando a éste pobre viejo a cuidar sus viejos artilugios de simples ladronzuelos, ¿verdad? —el viejo carraspeó la garganta y continuó—. por ello pedí explícitamente, también, que fuera un equipo con un sensei asignado. Sé que bajo la protección del sr. Kurozuchi, estaréis a salvo.
Aún así, quedaban muchos vacíos por llenar. Pero Kaido no tenía la cabeza tan clara y lúcida como para hacer él las preguntas pertinentes. Su compañero, quizás, sí.