5/04/2017, 08:52
Como era de esperarse, el tuerto tomó la batuta de la conversación tras las importantes revelaciones de Jinbë, y comenzó a dar su opinión respecto al asunto que les concernía en ese momento. A medida que soltaba con gracia su relato, aprovechó también para dejar en el aire las preguntas que el propio Kaido hubiera considerado como pertinentes, de no tener muy grabado en la cabeza que su usual método para la resolución de conflictos era pelear, y nada más que eso.
En ese momento, el escualo pensó que tal vez, sólo tal vez; ellos podrían hacer un buen equipo. Eso, si alguno de los dos no terminaba muriendo más pronto que tarde, probablemente a manos de uno de esos enemigos a los que Jinbë trataba de eludir con escaramuzas y triquiñuelas como las que les había llevado a ellos dos a esa situación en particular, una misión aparentemente sencilla —al menos de manera oficial, para el record de la aldea—; pero que en la realidad se antojaba peligrosa, si las distracciones no funcionaban.
—Dos cosas importantes: primero —Jinbë alzó una ceja, sorprendido por las demandas de Kagetsuna —. ¿puede indicarnos el tamaño del objeto o al menos donde estará guardado? —cuando el escualo quiso agregar algo, sin embargo, el tuerto volvió a intervenir con una segunda interrogante—. segundo. ¿A dónde o con quién se supone que debemos llevarlo? Nunca se nos aclaró en el pergamino.
—No es nada estrafalario, si eso es lo que te preocupa. El artilugio no es más grande que tu bandana, por ejemplo; pero se encuentra dentro de un maletín cerrado que le mantiene a salvo de cualquier agente exterior. Es lógico, entenderás, siendo que su valor proviene directamente de su buen estado a pesar de ser algo que ha existido por más de un siglo.
El viejo se levantó y juntó sus manos, sobándose la tupida barba. Luego cogió de su escritorio la copia del pergamino que contenía la información de la misión, y corroboró lo que él pensaba desde un principio.
—El objeto lo llevará vuestro sensei, junto con mis guardias, a primeras horas de la mañana; a una locación de la que no os diré nada por el simple hecho de que no seréis parte de la comitiva de viaje. Verás, joven Kagetsuna, no debes preocuparte de tomar precauciones: vuestra líder fue bastante enfática en el hecho de que el "trabajo pesado" lo hiciera Kurozuchi. Ustedes dos están aquí para formalizar la tapadera que con gusto la aldea me ayudó a montar, a fin de restarle importancia a que un shinobi de alto rango acudiera a mi local.
—Pues no sé tú, Kagetsuna, pero a mi se me antoja interesante la cosa —Kaido puso gesto curioso y continuó—. yo me esperaba tener que recoger mierda de perro o algo parecido. Si me das a elegir, te compro hacerle de vigilante al viejo Jinbë mil veces, cuando quieras.
Jinbë sonrió levemente, e inquirió su mirada a Kagetsuna. Probablemente era él el que menos estaba de acuerdo con todo. Y eso lo convertía en un problema.
En ese momento, el escualo pensó que tal vez, sólo tal vez; ellos podrían hacer un buen equipo. Eso, si alguno de los dos no terminaba muriendo más pronto que tarde, probablemente a manos de uno de esos enemigos a los que Jinbë trataba de eludir con escaramuzas y triquiñuelas como las que les había llevado a ellos dos a esa situación en particular, una misión aparentemente sencilla —al menos de manera oficial, para el record de la aldea—; pero que en la realidad se antojaba peligrosa, si las distracciones no funcionaban.
—Dos cosas importantes: primero —Jinbë alzó una ceja, sorprendido por las demandas de Kagetsuna —. ¿puede indicarnos el tamaño del objeto o al menos donde estará guardado? —cuando el escualo quiso agregar algo, sin embargo, el tuerto volvió a intervenir con una segunda interrogante—. segundo. ¿A dónde o con quién se supone que debemos llevarlo? Nunca se nos aclaró en el pergamino.
—No es nada estrafalario, si eso es lo que te preocupa. El artilugio no es más grande que tu bandana, por ejemplo; pero se encuentra dentro de un maletín cerrado que le mantiene a salvo de cualquier agente exterior. Es lógico, entenderás, siendo que su valor proviene directamente de su buen estado a pesar de ser algo que ha existido por más de un siglo.
El viejo se levantó y juntó sus manos, sobándose la tupida barba. Luego cogió de su escritorio la copia del pergamino que contenía la información de la misión, y corroboró lo que él pensaba desde un principio.
—El objeto lo llevará vuestro sensei, junto con mis guardias, a primeras horas de la mañana; a una locación de la que no os diré nada por el simple hecho de que no seréis parte de la comitiva de viaje. Verás, joven Kagetsuna, no debes preocuparte de tomar precauciones: vuestra líder fue bastante enfática en el hecho de que el "trabajo pesado" lo hiciera Kurozuchi. Ustedes dos están aquí para formalizar la tapadera que con gusto la aldea me ayudó a montar, a fin de restarle importancia a que un shinobi de alto rango acudiera a mi local.
—Pues no sé tú, Kagetsuna, pero a mi se me antoja interesante la cosa —Kaido puso gesto curioso y continuó—. yo me esperaba tener que recoger mierda de perro o algo parecido. Si me das a elegir, te compro hacerle de vigilante al viejo Jinbë mil veces, cuando quieras.
Jinbë sonrió levemente, e inquirió su mirada a Kagetsuna. Probablemente era él el que menos estaba de acuerdo con todo. Y eso lo convertía en un problema.