14/04/2017, 13:12
Akame no supo qué responder ante las palabras de su Kage. Aguantó, estoico, aquel correctivo mientras trataba de no parecer avergonzado —que lo estaba, vaya que sí—. El Uchiha siempre había creído que en aquella Aldea no podría aprender nada, que le habían enviado allí únicamente para recopilar información y que su estancia sería una pérdida de tiempo. Qué equivocado estaba. En tan sólo un par de años había conocido a multitud de compañeros, corrido algunas aventuras con ellos, aprendido nuevas técnicas... Y ahora estaba allí, plantado como un pasmarote, ante la máxima mandataria del Remolino. Con la boca entreabierta de estupor.
—Sí, Uzukage-sama. Disculpe mis palabras —fue cuanto dijo el muchacho, mirada gacha, ante el irrefutable discurso de Shiona.
Luego, ya fuera del despacho, empezó a ser plenamente consciente de lo que tenían entre manos. O, más bien, de lo que les había caído entre manos. ¿Buscar a un maldito gennin por todo el País de la Tormenta para... pedirle disculpas? Sonaba, desde luego, a demencia senil. Recordó entonces la edad que se rumoreaba que tenía aquella mujer...
—Eri-san, estoy agotado y necesito un buen baño. Podemos vernos mañana al amanecer frente a las Puertas de la Villa, ¿te parece? —preguntó a su compañera—. Por todos los dioses... ¿Cómo vamos a hacer esto?
—Sí, Uzukage-sama. Disculpe mis palabras —fue cuanto dijo el muchacho, mirada gacha, ante el irrefutable discurso de Shiona.
Luego, ya fuera del despacho, empezó a ser plenamente consciente de lo que tenían entre manos. O, más bien, de lo que les había caído entre manos. ¿Buscar a un maldito gennin por todo el País de la Tormenta para... pedirle disculpas? Sonaba, desde luego, a demencia senil. Recordó entonces la edad que se rumoreaba que tenía aquella mujer...
—Eri-san, estoy agotado y necesito un buen baño. Podemos vernos mañana al amanecer frente a las Puertas de la Villa, ¿te parece? —preguntó a su compañera—. Por todos los dioses... ¿Cómo vamos a hacer esto?