20/04/2017, 19:19
—¡Inaka, sí! hostia, puta. ¡hostia puta!
La repentina reacción del amenio le pilló completamente por sorpresa, tanto fue así que dio un respingo en el asiento, de nuevo, sí, acababa de conocerle y casi le tira dos veces del asiento del susto, pero esta vez, el muchacho azulado parecía algo preocupado, mirando hacia todos lados como si estuviera buscando a a alguien, ante lo que se acercó al peliblanco, como para tratar de susurrarle algo, a lo que Riko arqueó una ceja, y se inclinó hacia delante, dispuesto a escuchar.
—Alguien me está siguiendo, a mí y a mi gente. No sé dónde están ellos ahorita; maldición, si ni sé en dónde tengo el culo sentado ahora mismo... pero estamos en peligro. No sé quién coño eres, tío, pero invoco el pacto que mantiene a nuestras aldeas en paz y te encomiendo a ayudarme con éste embrollo, o de lo contrario tendré que rajarte la garganta, ya sabes, por lo que la gente califica como "falta de honor, y cojones".
Y sin mediar ninguna palabra más, se levantó y se encaminó hacia la salida. Riko, algo más amable, sacó unas monedas de su monedero y se las dejó al camarero en la barra.
— ¡Muchas gracias!
Rápidamente siguió el camino que había tomado el hombre-escualo, que llevaba un buen ritmo por lo que se lanzó a la carrera hasta alcanzarlo cuando se disponía a meterse en un edificio que no tenía muy buena pinta.
— ¡Eh! ¡Eh! ¡Espera! — El joven shinobi recuperó un poco el aliento antes de hablar. — ¡¿Qué cojones pasa?! ¿Quién te está siguiendo, por qué? ¿Quienes son tu gente? Si te voy a ayudar, quiero saber por qué, y además, creo que amenazar no es una buena manera de pedir ayuda, ¿no crees? — Se le notaba algo irritado, no le importaba ayudar a un camarada, a pesar de que éste fuera un shinobi de Amegakure y todas las cosas que había oído de ellos, no le gustaba juzgar a la gente, pero le gustaba menos aún que un desconocido le amenazara con rajarle el cuello si no le ayudaba.
La repentina reacción del amenio le pilló completamente por sorpresa, tanto fue así que dio un respingo en el asiento, de nuevo, sí, acababa de conocerle y casi le tira dos veces del asiento del susto, pero esta vez, el muchacho azulado parecía algo preocupado, mirando hacia todos lados como si estuviera buscando a a alguien, ante lo que se acercó al peliblanco, como para tratar de susurrarle algo, a lo que Riko arqueó una ceja, y se inclinó hacia delante, dispuesto a escuchar.
—Alguien me está siguiendo, a mí y a mi gente. No sé dónde están ellos ahorita; maldición, si ni sé en dónde tengo el culo sentado ahora mismo... pero estamos en peligro. No sé quién coño eres, tío, pero invoco el pacto que mantiene a nuestras aldeas en paz y te encomiendo a ayudarme con éste embrollo, o de lo contrario tendré que rajarte la garganta, ya sabes, por lo que la gente califica como "falta de honor, y cojones".
Y sin mediar ninguna palabra más, se levantó y se encaminó hacia la salida. Riko, algo más amable, sacó unas monedas de su monedero y se las dejó al camarero en la barra.
— ¡Muchas gracias!
Rápidamente siguió el camino que había tomado el hombre-escualo, que llevaba un buen ritmo por lo que se lanzó a la carrera hasta alcanzarlo cuando se disponía a meterse en un edificio que no tenía muy buena pinta.
— ¡Eh! ¡Eh! ¡Espera! — El joven shinobi recuperó un poco el aliento antes de hablar. — ¡¿Qué cojones pasa?! ¿Quién te está siguiendo, por qué? ¿Quienes son tu gente? Si te voy a ayudar, quiero saber por qué, y además, creo que amenazar no es una buena manera de pedir ayuda, ¿no crees? — Se le notaba algo irritado, no le importaba ayudar a un camarada, a pesar de que éste fuera un shinobi de Amegakure y todas las cosas que había oído de ellos, no le gustaba juzgar a la gente, pero le gustaba menos aún que un desconocido le amenazara con rajarle el cuello si no le ayudaba.
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»