21/04/2017, 14:58
(Última modificación: 21/04/2017, 18:08 por Inuzuka Nabi.)
El primero en contestar, como siempre, fue el compañero de su principe azul, que aún sin haberse presentado seguía dirigiendose a ella como si tal cosa. Ella lo había intentado, no es que fuera tan ortodoxa como los ancianos de la villa, pero sabía que como no adquirieran esa "manía" llamada educación a la larga les saldría caro.
Por suerte, uno de ellos sí lo entendía.
Nekomaru Kaede-dono, mi nombre es Manase Mogura, cuarta generación de la familia Manase. El encanto de conocerle es mío.
Disculpe por irrumpir en su elegante negocio de esta manera.
Estamos a su servicio, con el objetivo de recuperar su perteneciente gato. ¿Cómo deberíamos proceder?
Durante todo el rato que había podido los ojos de Kaede no habían soltado los de Mogura mientras exhibia una leve sonrisa, además mecía las piernas, que le colgaban por delante del mostrador, dejando una imagen un tanto escalofriante. Sobretodo porque cuando el shinobi formuló su pregunta, ella aún se tomo unos cuantos segundos para hablar.
Esto se debía a que las formas de Mogura la sorprendieron gratamente, esperaba una exageración forzada de un niño de medio pelo que no entendía nada de educación. Por eso nadie salía contento de la tienda si venían a intentar encontrar a su gato. Los ancianos adoran los modales, la educación, el saber estar, algo que los jovenes desdeñaban por completo. Y ella no podía traicionar a su abuela y dejar que cualquiera tomara la misión.
Tal vez fuera suerte o tal vez la Arashikage supiera lo que hacía.
— Bien, perfecto. — la sonrisa se extendió en su rostro, una sonrisa de pura felicidad. — Manase Mogura, le hablaré de ti a mi Oba-san, obviaré las muchas faltas que habeis tenido. Muchas, muchas. Y os ayudaré.
Metió la mano por detrás del mostrador y sacó una bola que a todos los aspectos parecía una bomba de humo.
— Esto os ayudara, es una bomba de humo modificada. Cuando la tireis contra cualquier superfície solida explotará soltando un olor que algunos tacharan de nauseabundo, pescado podrido, etcétera. A Ryu le encanta. — dicho eso lanzó la bomba al aire esperando que uno de los dos la cogiera y se agachó hacia detrás del mostrador, tumbandose sobre este y dejandoles el culo en pompa, cosa que no deberia interesar a unos shinobis de Amegakure — Y... ¡esto!
Tras rebuscar un rato les sacó un pequeño tubo metalico con una boquilla. Sopló por la boquilla y no se oyó absolutamente nada, ni siquiera un leve pitido. En cuanto sopló puso mala cara y paró.
— Ahg, un silbato. Es de una frecuencia especial que es increiblemente molesta para los gatos. A Ryu le hace dormir. Otra cosa, nuestro gato no es un gato callejero, estará bajo techo y alimentado o enjaulado, así que... — tragó saliva y se metió la mano en algún lugar del kimono para sacar un papel doblado cuidadosamente. — Al abrirlo vereis que es un mapa del distrito comercial, hay tres sitios marcados. Una pescaderia especializada en atún, otra tienda de animales y el restaurante con más variedad de pescado de la villa.
En uno de esos tres sitios estará Ryu seguro, pero no podemos acusar a ciegas. No podeis decir nada del mapa, no podeis involucrarnos a nosotros en la busqueda. Si os preguntan, vosotros solos habeis llegado a la conclusion de que podría estar por ahí.
Si está en la otra tienda de animales, estará enjaulado porque querran extorsionarnos o hacer que les denunciemos para hacernos perder reputación con algún plan malevolo. Así que yo te pediría, Mogura-chan, que primero fueseis allí y os aseguraseis bien de que no lo tienen ahí.
A los otros dos sitios vamos muy a menudo, así que es probable que si Ryu buscaba comida fuese a cualquiera de los dos. Aunque ya sabe todo el mundo que estamos buscandolo y aún nadie ha dicho nada. Tenemos buenos lazos con los dueños así que tampoco conviene que sepan que dudamos de ellos.
Le pasó el papel y el silbato a Mogura, el papel aún desprendía bastante calor corporal. Se bajó y los empujó amablemente hacia la salida.
— No perdais más tiempo y volved con Ryu, si no lo encontrais, no volvais, id directamente a informar a la Arashikage.
Ya estaban en la puerta, ellos dos fuera y la chica aguantando la puerta para que no se cerrase.
— Espero que volvamos a vernos, Mogura-chan. Oh, respecto a su aspecto. — soltaría la puerta mientras se alejaba. — Estaba transformada en él, espero que te fijaras bien, Mogura-chan.
Estaban de nuevo con el frio de la calle en la piel, cubiertos por una pequeña cornisa pero con lluvia en todos sus angulos, un paso en cualquier dirección supondría mojarse. Tenían muchisimas facilidades de las que cualquier shinobi en un misión de rango D solía tener, lo mejor sería que las utilizaran sabiamente.
Por suerte, uno de ellos sí lo entendía.
Nekomaru Kaede-dono, mi nombre es Manase Mogura, cuarta generación de la familia Manase. El encanto de conocerle es mío.
Disculpe por irrumpir en su elegante negocio de esta manera.
Estamos a su servicio, con el objetivo de recuperar su perteneciente gato. ¿Cómo deberíamos proceder?
Durante todo el rato que había podido los ojos de Kaede no habían soltado los de Mogura mientras exhibia una leve sonrisa, además mecía las piernas, que le colgaban por delante del mostrador, dejando una imagen un tanto escalofriante. Sobretodo porque cuando el shinobi formuló su pregunta, ella aún se tomo unos cuantos segundos para hablar.
Esto se debía a que las formas de Mogura la sorprendieron gratamente, esperaba una exageración forzada de un niño de medio pelo que no entendía nada de educación. Por eso nadie salía contento de la tienda si venían a intentar encontrar a su gato. Los ancianos adoran los modales, la educación, el saber estar, algo que los jovenes desdeñaban por completo. Y ella no podía traicionar a su abuela y dejar que cualquiera tomara la misión.
Tal vez fuera suerte o tal vez la Arashikage supiera lo que hacía.
— Bien, perfecto. — la sonrisa se extendió en su rostro, una sonrisa de pura felicidad. — Manase Mogura, le hablaré de ti a mi Oba-san, obviaré las muchas faltas que habeis tenido. Muchas, muchas. Y os ayudaré.
Metió la mano por detrás del mostrador y sacó una bola que a todos los aspectos parecía una bomba de humo.
— Esto os ayudara, es una bomba de humo modificada. Cuando la tireis contra cualquier superfície solida explotará soltando un olor que algunos tacharan de nauseabundo, pescado podrido, etcétera. A Ryu le encanta. — dicho eso lanzó la bomba al aire esperando que uno de los dos la cogiera y se agachó hacia detrás del mostrador, tumbandose sobre este y dejandoles el culo en pompa, cosa que no deberia interesar a unos shinobis de Amegakure — Y... ¡esto!
Tras rebuscar un rato les sacó un pequeño tubo metalico con una boquilla. Sopló por la boquilla y no se oyó absolutamente nada, ni siquiera un leve pitido. En cuanto sopló puso mala cara y paró.
— Ahg, un silbato. Es de una frecuencia especial que es increiblemente molesta para los gatos. A Ryu le hace dormir. Otra cosa, nuestro gato no es un gato callejero, estará bajo techo y alimentado o enjaulado, así que... — tragó saliva y se metió la mano en algún lugar del kimono para sacar un papel doblado cuidadosamente. — Al abrirlo vereis que es un mapa del distrito comercial, hay tres sitios marcados. Una pescaderia especializada en atún, otra tienda de animales y el restaurante con más variedad de pescado de la villa.
En uno de esos tres sitios estará Ryu seguro, pero no podemos acusar a ciegas. No podeis decir nada del mapa, no podeis involucrarnos a nosotros en la busqueda. Si os preguntan, vosotros solos habeis llegado a la conclusion de que podría estar por ahí.
Si está en la otra tienda de animales, estará enjaulado porque querran extorsionarnos o hacer que les denunciemos para hacernos perder reputación con algún plan malevolo. Así que yo te pediría, Mogura-chan, que primero fueseis allí y os aseguraseis bien de que no lo tienen ahí.
A los otros dos sitios vamos muy a menudo, así que es probable que si Ryu buscaba comida fuese a cualquiera de los dos. Aunque ya sabe todo el mundo que estamos buscandolo y aún nadie ha dicho nada. Tenemos buenos lazos con los dueños así que tampoco conviene que sepan que dudamos de ellos.
Le pasó el papel y el silbato a Mogura, el papel aún desprendía bastante calor corporal. Se bajó y los empujó amablemente hacia la salida.
— No perdais más tiempo y volved con Ryu, si no lo encontrais, no volvais, id directamente a informar a la Arashikage.
Ya estaban en la puerta, ellos dos fuera y la chica aguantando la puerta para que no se cerrase.
— Espero que volvamos a vernos, Mogura-chan. Oh, respecto a su aspecto. — soltaría la puerta mientras se alejaba. — Estaba transformada en él, espero que te fijaras bien, Mogura-chan.
Estaban de nuevo con el frio de la calle en la piel, cubiertos por una pequeña cornisa pero con lluvia en todos sus angulos, un paso en cualquier dirección supondría mojarse. Tenían muchisimas facilidades de las que cualquier shinobi en un misión de rango D solía tener, lo mejor sería que las utilizaran sabiamente.
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