21/04/2017, 20:44
—No, si de que tiene estilo tiene estilo eh— Comentó mientras movía la mano para restarle importancia.
A decir verdad Kurozuchi le agradó desde el inicio. Con aquella apariencia lucía como esos tipos rudos e inclementes de los mangas seinen. De esos que siempre tienen un estratagema bajo la manga o en su defecto improvisan con astucia. Por esa misma razón era que no lo veía como un maestro, ya que no pegaba con su imagen. El joven Isa hasta se puso a pensar si él sería capaz de perfeccionar una técnica tan elegante como esa, centrándose más en la estética que en la funcionalidad. De todas formas, iba a ser algo muy interesante de ver. Quién sabe igual y el sensei los estaba escuchando desde el otro lado de la pared, mejor hablar bonito por si las moscas.
—Ah, el niño Reiji, ya ni me acordaba.— Se levantó de un tirón para extender la mano y jalar más caramelos de la dulcera. —No sé cual era su problema, se fue haciendo berrinche. Él se lo pierde.— Remató mientras se echaba de nuevo en el respaldo del sillón. Poco o nada le importaba ya el Uchiha. —Quizás era muy feo y no soportó la idea de que le viéramos la cara.— Si bien, no le interesaba cómo fuese bajo la máscara. Su duda siempre fue el cómo se transforma de tal forma que no necesitaba sellos ni nada. Era un secreto que quizás no sabría nunca, pero tampoco le mortificaba el quedarse con la duda.
Hasta ese momento el pez y el tuerto habían tenido una conversación medianaente decente. Incluso podían coincidir en algunos aspectos. Sin embargo, el ritmo se rompió en cuanto Kaido tocó un tema delicado para el Senju: su ojo faltante.
—…— La hasta ahora tosca e inflexible expresión del pelimorado cambió radicalmente, siendo que su mirada se volvió lóbrega y prefirió voltear la cara al otro lado. Sabía que tarde o temprano el tema iba a salir a relucir, odiaba eso. —Pues...— No quería hablar de eso, él no criticaba la privacidad de los demás y esperaba el mismo trato de regreso. El problema estaba en que si iban a ser un equipo, tarde o temprano tendrían que entrar en confianza, pero por ahora no deseaba que se enterase. Era más porque detestaba recrear esos acontecimientos dentro de su cabeza que por decirlo en sí. —Historia larga para ahora. Luego.— La última frase no sólo sonaba rara, sino que la dijo con un tono de voz que denotaba su estado de debilidad mental ante la pregunta.
A decir verdad Kurozuchi le agradó desde el inicio. Con aquella apariencia lucía como esos tipos rudos e inclementes de los mangas seinen. De esos que siempre tienen un estratagema bajo la manga o en su defecto improvisan con astucia. Por esa misma razón era que no lo veía como un maestro, ya que no pegaba con su imagen. El joven Isa hasta se puso a pensar si él sería capaz de perfeccionar una técnica tan elegante como esa, centrándose más en la estética que en la funcionalidad. De todas formas, iba a ser algo muy interesante de ver. Quién sabe igual y el sensei los estaba escuchando desde el otro lado de la pared, mejor hablar bonito por si las moscas.
—Ah, el niño Reiji, ya ni me acordaba.— Se levantó de un tirón para extender la mano y jalar más caramelos de la dulcera. —No sé cual era su problema, se fue haciendo berrinche. Él se lo pierde.— Remató mientras se echaba de nuevo en el respaldo del sillón. Poco o nada le importaba ya el Uchiha. —Quizás era muy feo y no soportó la idea de que le viéramos la cara.— Si bien, no le interesaba cómo fuese bajo la máscara. Su duda siempre fue el cómo se transforma de tal forma que no necesitaba sellos ni nada. Era un secreto que quizás no sabría nunca, pero tampoco le mortificaba el quedarse con la duda.
Hasta ese momento el pez y el tuerto habían tenido una conversación medianaente decente. Incluso podían coincidir en algunos aspectos. Sin embargo, el ritmo se rompió en cuanto Kaido tocó un tema delicado para el Senju: su ojo faltante.
—…— La hasta ahora tosca e inflexible expresión del pelimorado cambió radicalmente, siendo que su mirada se volvió lóbrega y prefirió voltear la cara al otro lado. Sabía que tarde o temprano el tema iba a salir a relucir, odiaba eso. —Pues...— No quería hablar de eso, él no criticaba la privacidad de los demás y esperaba el mismo trato de regreso. El problema estaba en que si iban a ser un equipo, tarde o temprano tendrían que entrar en confianza, pero por ahora no deseaba que se enterase. Era más porque detestaba recrear esos acontecimientos dentro de su cabeza que por decirlo en sí. —Historia larga para ahora. Luego.— La última frase no sólo sonaba rara, sino que la dijo con un tono de voz que denotaba su estado de debilidad mental ante la pregunta.