21/04/2017, 22:27
Pues
Kaido sintió como tras la dubitativa de Kagetsuna, el ambiente se tornó, de pronto; lúgubre. Como si la buena voluntad de los dos jóvenes por tener una conversación decente, sin insultos ni provocaciones, se viera ligeramente mermada por la interrogante del escualo. Y es que el hozuki no pensaba que aquello pudiera hacer demasiada mella en su joven y tuerto compañero, por las razones siguientes...
Si era por preferencia personal, ¿quién no querría dejarse un sólo ojo en el camino, con tal de no ser azul, y parecer una gamba marina?
Kaido volteó en súbito y observó a un retraído Kagetsuna, como aquel que se lustraba al comienzo de la misión. Luego Kaido cerró la puerta de la nevera, y comenzó a batir el envase sellado de jugo que había retirado segundos antes.
Historia larga para ahora. Luego.
—¿Para luego qué? —espetó, con su voz en alza—. ¿y si nos morimos hoy protegiendo el maldito artilugio, me dejarás ir al infierno con la duda?
Bufó.
—Bueno, vale. Cuando te provoque hablar de ello, tal vez te cuente yo el por qué de mi tan asombrosa y fantástica apariencia marina. Y vamos a ver si te dejas los complejos, tío; que quedarse con un sólo ojo no debe ser tan malo comparado con tener el rabo de color azul.
El gyojin abrió el jugo y comenzó a tomárselo, pero antes de poder tomar un sorbo, la puerta que daba al pasillo exterior se abrió súbitamente. De fuera se asomó la figura de Kurozuchi, quien se adentró a paso agigantado hasta la comodidad del sofá en el que Kaido había estado descansando.
—Pero qué milagro, coño. ¿Por qué no os habéis matado a ostias en mi ausencia? ¿de qué me he perdido?
—No de mucho, en realidad. El señor Jinbë nos puso al tanto de la misión, y de cómo nos han usado de tapadera para que tu jodido culo pudiera venir aquí sin atraer sospechas. ¿Lo has sabido todo este tiempo, cierto? ¿dime... cuánto te van a pagar a ti por llevar el objeto?
Kaido se cruzó de brazos.
»Cuéntanos toda la verdad. O si no... llévanos. Quiero ser parte del viaje.
Aquello, a contra todo pronóstico, probablemente fuera una sorpresa para Kagetsuna. Si lo fue incluso para el mismísimo Kaido, quien sólo quería hacerse el arrojado ante la imponente figura de su sensei. Kurozuchi, por el contrario, le miró gratamente sorprendido a los dos jóvenes, y concluyó el movimiento de su cabeza en Kagetsuna.
Quería saber lo que pensaba el tuerto.