24/04/2017, 17:35
El espectáculo iba perdiendo público con el transcurso de los minutos, pues debido a la hora muchos debían regresar a sus casas. Uno que otro le dejó algunas monedas al titiritero mientras el resto de los espectadores se iba sin más. Obviamente el artista no estaba para nada contento con el resultado. Quizás en otro sitio y en otra época hubiese sido una maravilla a los ojos, pero muchos fácilmente podían deducir el cómo funcionaba su truco.
Por su parte, Kagetsuna por fin logró abrirse paso entre la multitud de gente ~sólo porque esta se disipó~. Pero, la función ya había terminado. Era curioso apreciar su carita de niño decepcionado al darse cuenta de que se lo había perdido, mientras observaba al hombre guardar el pañuelo con el dinero y a su muñeco.
—Fuuuu...
No le quedaba de otra que seguir su camino hasta el interior del hospital. Le dio la espalda al hombre, pero no dio ni dos pasos cuando escuchó un fuerte golpe tras de sí. Se dio la vuelta por acto de reflejo y pudo percatarse de que el sujeto se había desmayado repentinamente.
"¿Qué demonios?"
Este no sería el único suceso extraño ahí mismo, pues cerca de una banca del sitio se desplomó también una de las vendedoras de dulces. El Senju dudaba si ayudar al hombre o la comerciante, a su vez que algunos de los pocos curiosos que aún quedaban se sorprendieron y empezaron a murmurar al respecto.
—¡Qué alguien me eche una mano con esto joder!— Gritó molesto el pelimorado, pues ninguno de los presentes se atrevió a intentar socorrer a los desmayados. Además, él no tenía intenciones de cargar a ambos para adentro del edificio, por algo estaban frente al centro médico.
Por su parte, Kagetsuna por fin logró abrirse paso entre la multitud de gente ~sólo porque esta se disipó~. Pero, la función ya había terminado. Era curioso apreciar su carita de niño decepcionado al darse cuenta de que se lo había perdido, mientras observaba al hombre guardar el pañuelo con el dinero y a su muñeco.
—Fuuuu...
No le quedaba de otra que seguir su camino hasta el interior del hospital. Le dio la espalda al hombre, pero no dio ni dos pasos cuando escuchó un fuerte golpe tras de sí. Se dio la vuelta por acto de reflejo y pudo percatarse de que el sujeto se había desmayado repentinamente.
"¿Qué demonios?"
Este no sería el único suceso extraño ahí mismo, pues cerca de una banca del sitio se desplomó también una de las vendedoras de dulces. El Senju dudaba si ayudar al hombre o la comerciante, a su vez que algunos de los pocos curiosos que aún quedaban se sorprendieron y empezaron a murmurar al respecto.
—¡Qué alguien me eche una mano con esto joder!— Gritó molesto el pelimorado, pues ninguno de los presentes se atrevió a intentar socorrer a los desmayados. Además, él no tenía intenciones de cargar a ambos para adentro del edificio, por algo estaban frente al centro médico.