24/04/2017, 18:15
De repente, el desconocido en el que Ayame había puesto su atención, se arrancó la capa y la tiró al suelo. Se trataba de un chico joven, de aproximadamente su misma edad. Tenía el cabello rubio, completamente alborotado y que casi parecía flotar alrededor de su cabeza como una nube de espinas.
—¡Pero donde vas, loco! —gritó, tratando de llamar la atención de alguien sobre el puente.
Echó a correr, tratando de alcanzar a su objetivo, pero a medio camino su pie tropezó con una raíz que sobresalía del suelo, cayó y rodó varias veces sobre sí mismo hasta terminar tirado como un guiñapo en mitad del puente. Ayame entrecerró los ojos en un gesto de dolor compasivo, pero enseguida se puso en pie y corrió en su auxilio.
—¡Ey! ¿Estás bien? —le preguntó, agachándose junto a él—. ¡Ah! —exclamó, cuando contra todo pronóstico, el chico se levantó repentinamente de un salto.
—Aquel hombre... Pasto para los dinosaurios —murmuró para sí. Y entonces volvió a caer de nuevo, de espaldas.
Ayame torció el gesto ligeramente. ¿Se habría topado con un loco?
—Esto... ¿De qué dinosaurios estás hablando?
De repente reparó en que llevaba algo anudado en torno al cuello. Una bandana, similar a la suya, pero con el símbolo de Uzushiogakure grabado con orgullo en su placa.
—¿Eres un ninja de Uzushiogakure? —le preguntó, con una exaltada sonrisa. Era la primera vez que se encontraba con alguien de aquella lejana aldea.
—¡Pero donde vas, loco! —gritó, tratando de llamar la atención de alguien sobre el puente.
Echó a correr, tratando de alcanzar a su objetivo, pero a medio camino su pie tropezó con una raíz que sobresalía del suelo, cayó y rodó varias veces sobre sí mismo hasta terminar tirado como un guiñapo en mitad del puente. Ayame entrecerró los ojos en un gesto de dolor compasivo, pero enseguida se puso en pie y corrió en su auxilio.
—¡Ey! ¿Estás bien? —le preguntó, agachándose junto a él—. ¡Ah! —exclamó, cuando contra todo pronóstico, el chico se levantó repentinamente de un salto.
—Aquel hombre... Pasto para los dinosaurios —murmuró para sí. Y entonces volvió a caer de nuevo, de espaldas.
Ayame torció el gesto ligeramente. ¿Se habría topado con un loco?
—Esto... ¿De qué dinosaurios estás hablando?
De repente reparó en que llevaba algo anudado en torno al cuello. Una bandana, similar a la suya, pero con el símbolo de Uzushiogakure grabado con orgullo en su placa.
—¿Eres un ninja de Uzushiogakure? —le preguntó, con una exaltada sonrisa. Era la primera vez que se encontraba con alguien de aquella lejana aldea.