25/04/2017, 20:28
— En el País del Bosque hay todo tipo de animales feroces, como dinosaurios, son como lagartijas extragrandes y con enormes dientes —respondió el desconocido, y Ayame abrió los ojos como platos. ¿Estaba hablando en serio?—. Dicen que en Kusagakure doman a esos animales a la fuerza y los montan para viajar. Además de eso hay todo tipo de peligros en esos bosques. Y ese hombre blanco se ha metido ahí sólo.
«Se está refiriendo a Kōri.» Reparó Ayame, con el corazón en un puño.
— Sí, ¿y que hace una kunoichi de la Lluvia por aquí? —respondió el rubio, y Ayame detectó un cierto cambio en el matiz de su tono de voz. De repente se había vuelto más serio, más siniestro.
Y aquello no le dio buenas vibraciones.
—Mi hermano tenía que hacer algo en ese bosque —respondió, encogiéndose de hombros. Por una vez se alegró de no conocer los detalles de lo que le había llevado a Kōri hasta aquel lugar, pues conociéndose le sería muy difícil ocultárselo a otras personas—. Por cierto me llamo Aotsuki Ayame —se presentó, con una inclinación de cabeza—. Sobre lo de antes, debes estar confundiendo reptiles de gran tamaño con los dinosaurios —comentó, contenta de tener una excusa para cambiar de tema—. ¡Todo el mundo sabe que se extinguieron hace muchísimo tiempo!
Todo el mundo menos aquel chico rubio, al parecer. Sin embargo... ¿existían reptiles tan grandes como para ser amaestrados y montados? A Ayame sólo le venían a la cabeza imágenes de cocodrilos, caimanes y varanos, pero no terminaba de imaginar cómo se podía domar a un reptil.
Le dolía la cabeza de solo pensarlo.
«Se está refiriendo a Kōri.» Reparó Ayame, con el corazón en un puño.
— Sí, ¿y que hace una kunoichi de la Lluvia por aquí? —respondió el rubio, y Ayame detectó un cierto cambio en el matiz de su tono de voz. De repente se había vuelto más serio, más siniestro.
Y aquello no le dio buenas vibraciones.
—Mi hermano tenía que hacer algo en ese bosque —respondió, encogiéndose de hombros. Por una vez se alegró de no conocer los detalles de lo que le había llevado a Kōri hasta aquel lugar, pues conociéndose le sería muy difícil ocultárselo a otras personas—. Por cierto me llamo Aotsuki Ayame —se presentó, con una inclinación de cabeza—. Sobre lo de antes, debes estar confundiendo reptiles de gran tamaño con los dinosaurios —comentó, contenta de tener una excusa para cambiar de tema—. ¡Todo el mundo sabe que se extinguieron hace muchísimo tiempo!
Todo el mundo menos aquel chico rubio, al parecer. Sin embargo... ¿existían reptiles tan grandes como para ser amaestrados y montados? A Ayame sólo le venían a la cabeza imágenes de cocodrilos, caimanes y varanos, pero no terminaba de imaginar cómo se podía domar a un reptil.
Le dolía la cabeza de solo pensarlo.