26/04/2017, 01:37
(Última modificación: 26/04/2017, 01:38 por Umikiba Kaido.)
Kaido calló, como casi nunca lo hacía. No estaba acostumbrado a que alguien ejerciera semejante voluntad sobre él, siendo que el bribón azulado solía ser siempre el que intentaba pasar por encima de los demás. Lo intentó con Kagetsuna en su momento, e incluso con el mismísimo Kurozuchi; pero con éste último no estaba teniendo suerte.
La imponente presencia del sensei mermaba de alguna forma su actitud. Y entonces se preguntó: ¿por eso le habían escogido?
Incapaz de responder a su propia dubitativa, el escualo se terminó de tomar su jugo y retrocedió, con desconfianza. Les miró a ambos, una última vez, antes de tumbar su trasero en otro de los sofá aledaños de la habitación.
Y en silencio, esperó a que el sueño le hiciera mella. Hasta que perdió la conciencia, y se sumergió en un sueño profundo.
—Despierta, Kagetsuna. ¡Despierta! —cuando el tuerto hubiese despertado, y sus ojos se acostumbrasen nuevamente a la luz titilante de la habitación, podría ver al hombre de los tatuajes moviéndose desde su asiento hasta el próximo donde Kaido se había acostado en primer lugar. Se paró allí con los brazos sobre la cintura suspirando hastiado por el evidente problema que tenía ahora en frente—. tengo media hora intentando levantar al jodido escualo, y no logro hacer que abra los ojos.
¿Será que necesita un poco de agua, como los peces; para reanimarse o algo así?
Kaido estaba ido, incapaz de reaccionar incluso a la voz de Kurozuchi. Y no hablaba bajo, precisamente. Sumergido en lo más profundo de su sueño, necesitaba un buen incentivo para poder despertar. ¿Pero cual?
La imponente presencia del sensei mermaba de alguna forma su actitud. Y entonces se preguntó: ¿por eso le habían escogido?
Incapaz de responder a su propia dubitativa, el escualo se terminó de tomar su jugo y retrocedió, con desconfianza. Les miró a ambos, una última vez, antes de tumbar su trasero en otro de los sofá aledaños de la habitación.
Y en silencio, esperó a que el sueño le hiciera mella. Hasta que perdió la conciencia, y se sumergió en un sueño profundo.
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—Despierta, Kagetsuna. ¡Despierta! —cuando el tuerto hubiese despertado, y sus ojos se acostumbrasen nuevamente a la luz titilante de la habitación, podría ver al hombre de los tatuajes moviéndose desde su asiento hasta el próximo donde Kaido se había acostado en primer lugar. Se paró allí con los brazos sobre la cintura suspirando hastiado por el evidente problema que tenía ahora en frente—. tengo media hora intentando levantar al jodido escualo, y no logro hacer que abra los ojos.
¿Será que necesita un poco de agua, como los peces; para reanimarse o algo así?
Kaido estaba ido, incapaz de reaccionar incluso a la voz de Kurozuchi. Y no hablaba bajo, precisamente. Sumergido en lo más profundo de su sueño, necesitaba un buen incentivo para poder despertar. ¿Pero cual?