19/06/2015, 16:19
Cuando Daruu apuntó perspicazmente que Ayame tenía mucha sed, ella sostuvo que como miembro del clan Hozuki, era una mujer de agua, y por lo tanto debía mantenerse siempre hidratada. Si la pillaban deshidratada, por lo visto, su habilidad especial no funcionaría, y por tanto debía de beber mucho.
«Así que eso de transformarse en agua es cosa del clan Hozuki...» —pensó Daruu.
A Ayame le gustaba el dulce, y el chocolate más que ningún otro. Daruu rió cuando contó que a su padre no le gustaba el chocolate, y que estaría encantado si su hija bebiera café. Estaba claro por sus ojos que le gustaba el chocolate, porque cuando la madre de Daruu trajo los vasos tenía los ojos brillando de una manera que sólo podía significar una cosa: si de ella dependiese, repetiría tres veces más.
Detrás de la barra, Kiroe se mantenía agazapada, con un rubor intenso en las mejillas y los ojos entrecerrados. Observaba a su hijo y a Ayame oculta tras un par de vasos y agachada.
«Jejeje, qué buena pareja hacen...»
Aunque le había costado contestar, finalmente Ayame dijo que le gustaba cantar, los animales y el dibujo. Dijo que le encantaba la naturaleza, y que por eso solía acudir a menudo al Gran Lago. Después, preguntó por los gustos del rubio.
—La cocina, sobretodo, y la pizza, sobre todas las cosas. Comerla y hacerlas, claro —rió—. También me gusta dibujar, aunque no se me da muy bien. Los libros de fantasía me encantan, y han sacado una cosa ahora en Amegakure que se llama "videojuego". Con un mando y en la tele, ¡puedes jugar con una pelota y dos palas, y es divertido!
«Así que eso de transformarse en agua es cosa del clan Hozuki...» —pensó Daruu.
A Ayame le gustaba el dulce, y el chocolate más que ningún otro. Daruu rió cuando contó que a su padre no le gustaba el chocolate, y que estaría encantado si su hija bebiera café. Estaba claro por sus ojos que le gustaba el chocolate, porque cuando la madre de Daruu trajo los vasos tenía los ojos brillando de una manera que sólo podía significar una cosa: si de ella dependiese, repetiría tres veces más.
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Detrás de la barra, Kiroe se mantenía agazapada, con un rubor intenso en las mejillas y los ojos entrecerrados. Observaba a su hijo y a Ayame oculta tras un par de vasos y agachada.
«Jejeje, qué buena pareja hacen...»
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Aunque le había costado contestar, finalmente Ayame dijo que le gustaba cantar, los animales y el dibujo. Dijo que le encantaba la naturaleza, y que por eso solía acudir a menudo al Gran Lago. Después, preguntó por los gustos del rubio.
—La cocina, sobretodo, y la pizza, sobre todas las cosas. Comerla y hacerlas, claro —rió—. También me gusta dibujar, aunque no se me da muy bien. Los libros de fantasía me encantan, y han sacado una cosa ahora en Amegakure que se llama "videojuego". Con un mando y en la tele, ¡puedes jugar con una pelota y dos palas, y es divertido!