19/06/2015, 16:29
El empeño de Juro por animarla no parecía devolverle las fuerzas. Ayame se limitaba a escuchar, mientras seguía caminando hacia un destino que ni siquiera ella conocía. Su cuerpo era quien la empujaba a moverse. Hacia delante, hacia delante, para alejarse de aquella extraña familia que tantos dolores de cabeza le había traído. Sin embargo le llamó la atención aquel tono de determinación en la voz del tímido Juro. Al principio no sabría asegurar si se lo habría imaginado, pero al cabo de algunos segundos sonrió ligeramente para sí.
Tenía razón, la situación ya no quedaba en sus manos. Pero ese pensamiento no terminaba de calmarla.
Su acompañante volvió a intervenir, y aquella vez logró sobresaltarla. No se había dado cuenta de lo mucho que se estaban alejando del lugar de reunión, y cuando Juro mencionó que su hermana iba a ir a buscarle a las cataratas, la muchacha palideció inevitablemente.
[olor=dodgerblue]—Kōri...[/color] —susurró, al recordar que su hermano debía estar preguntándose donde demonios podía estar. Repentinamente, y sin dar previo aviso, Ayame se dio media vuelta y arrancó a correr—. ¡Tienes razón, tenemos que volver! Sólo esperemos que esa mujer no siga por allí... —añadió, con un hilo de voz.
Tenía razón, la situación ya no quedaba en sus manos. Pero ese pensamiento no terminaba de calmarla.
Su acompañante volvió a intervenir, y aquella vez logró sobresaltarla. No se había dado cuenta de lo mucho que se estaban alejando del lugar de reunión, y cuando Juro mencionó que su hermana iba a ir a buscarle a las cataratas, la muchacha palideció inevitablemente.
[olor=dodgerblue]—Kōri...[/color] —susurró, al recordar que su hermano debía estar preguntándose donde demonios podía estar. Repentinamente, y sin dar previo aviso, Ayame se dio media vuelta y arrancó a correr—. ¡Tienes razón, tenemos que volver! Sólo esperemos que esa mujer no siga por allí... —añadió, con un hilo de voz.