5/05/2017, 00:16
¿Por qué nos mira así? ¿En que estás pensando? —Riko supo leer su lenguaje corporal, no así el escualo, quien se debatía confuso en su posición. Intercaló mirada entre ambos, y esperó respuesta de Mirogu.
—Pues, pienso en que vuestras habilidades son lo que nos ha faltado estos meses para poder desenterrar un tesoro. Un enorme cofre repleto vasijas de oro, que el padre de mi padre guardó cerca de estas dunas. Nunca me ha hecho falta, pero en vista de que los Kabutomushi quieren más y más pasta cada mes, pues me temo que es la única salida.
—Pero: ¿y la criatura?
—He allí el quid de la cuestión, mi querido Hoshu ¡Hahahararara! —Mirogu abrazó a los dos genin, y les hizo girar en súbito hacia el otro extremo del galpón—. estos dos jovenzuelos nos ayudarán con sus fantásticas técnicas ninja a matar al escorpión gigante que decidió anidar en donde mi abuelo enterró el cofre. Una vez podamos entrar sin peligro alguno, tomamos las cosas, se la entregamos a los carroñeros y listo. Ustedes podrán irse, y nosotros seguir comerciando en nuestras rutas sin que los hijos de puta nos vuelvan a atacar por no haberles pagado el mes pasado.
Kaido miró a Riko.
—Parece que estamos aquí para solucionar todos sus problemas, no crees; ¿compañero?
—Pues, pienso en que vuestras habilidades son lo que nos ha faltado estos meses para poder desenterrar un tesoro. Un enorme cofre repleto vasijas de oro, que el padre de mi padre guardó cerca de estas dunas. Nunca me ha hecho falta, pero en vista de que los Kabutomushi quieren más y más pasta cada mes, pues me temo que es la única salida.
—Pero: ¿y la criatura?
—He allí el quid de la cuestión, mi querido Hoshu ¡Hahahararara! —Mirogu abrazó a los dos genin, y les hizo girar en súbito hacia el otro extremo del galpón—. estos dos jovenzuelos nos ayudarán con sus fantásticas técnicas ninja a matar al escorpión gigante que decidió anidar en donde mi abuelo enterró el cofre. Una vez podamos entrar sin peligro alguno, tomamos las cosas, se la entregamos a los carroñeros y listo. Ustedes podrán irse, y nosotros seguir comerciando en nuestras rutas sin que los hijos de puta nos vuelvan a atacar por no haberles pagado el mes pasado.
Kaido miró a Riko.
—Parece que estamos aquí para solucionar todos sus problemas, no crees; ¿compañero?