5/05/2017, 22:34
Ritsuko se tomó su tiempo para desvestirse y ordenar las cosas, tiempo que Aiko aprovechó para investigar como avanzadilla la zona, obteniendo un primer vistazo de seguridad. La zona era segura, y pese a la escasez de personas, parecía de lo mas agradable. Las piedras de color ceniza desentonaban quizás un poco, pero no, simplemente era un trozo de cielo en la tierra. Sin demora, había acudido a meterse en el onsen central, pasando olímpicamente de saludar siquiera a las otras nudistas. Total, tampoco tenía interés alguno ahora mismo en otra cosa que no fuese relajarse.
Al llegar la menor, Aiko ya andaba con los ojos entrecerrados, habiéndose dejado caer por la rocosa pared hasta quedar tapada por el agua hasta casi la nariz. Ritsuko confesó que ciertamente pensó que la pequeña parcela de cielo estaría abarrotada, pero ciertamente era todo lo contrario. Daba gusto así, en vez de teniéndose que pelear por un poco de espacio personal. Aiko se levantó de nuevo, retomando la compostura en lo que la otra chica se deshacía de la toalla y se metía en la terma.
—Si, yo también pensé que estaría a mas no poder. Es todo un alivio.
La mayor dejó caer un suspiro, profundo y relajado, que claramente daba batalla a todo el estrés que había acumulado a lo largo de los últimos años. Fue entonces que su antagonista mencionó si había traído algún instrumento para destapar la botella. Ésta alzó una ceja, gesto que no duró demasiado, y tras ello sonrió.
—No es necesario un abridor. —inquirió Aiko.
Alzó la diestra hasta tomar una de las botellas, se llevó el bocal hacia los labios, y le propinó un fuerte bocado a la chapa. Torció la botella un poco, y tiró de la mordida hacia arriba en lo que la botella cedió rápidamente. El espumoso elixir buscó rápidamente la salida mas evidente del recipiente, pero la pelirroja maniobró rápidamente la botella para que eso no sucediese. Bendita sea la ley de la gravedad.
—¿Ves? Todo bajo control —gratificó tras soltar la chapa de la botella en su zurda.
Tras destaparla, dejó a un lado la chapa, justamente al lado de la otra botella, y de nuevo se relajó en el agua mientras mantenía la botella fuera de la misma. Sin mas, le propinó un buen buche a la cerveza. Se refrescó el gaznate en un certero trago, que curiosamente no resultó tan eufórico como el tendero había afirmado.
La chica miró de reojo la botella, con una mueca de claro desacuerdo con la opinión del joven que se la había vendido. «Vaya timo... si ésto parece champán para menores... si tuviese menos alcohol lo confundirían con zumo de manzana... pero oye, ciertamente está buena de sabor.»
Terminó por deshacer la mueca de su rostro, y terminó por dejar caer un suspiro. Finalmente, no tardó en dejar la botella fuera del agua, a salvo de cualquier descuido propio.
—En fin... al menos acertó en que éste baño es sólo para chicas...
Al llegar la menor, Aiko ya andaba con los ojos entrecerrados, habiéndose dejado caer por la rocosa pared hasta quedar tapada por el agua hasta casi la nariz. Ritsuko confesó que ciertamente pensó que la pequeña parcela de cielo estaría abarrotada, pero ciertamente era todo lo contrario. Daba gusto así, en vez de teniéndose que pelear por un poco de espacio personal. Aiko se levantó de nuevo, retomando la compostura en lo que la otra chica se deshacía de la toalla y se metía en la terma.
—Si, yo también pensé que estaría a mas no poder. Es todo un alivio.
La mayor dejó caer un suspiro, profundo y relajado, que claramente daba batalla a todo el estrés que había acumulado a lo largo de los últimos años. Fue entonces que su antagonista mencionó si había traído algún instrumento para destapar la botella. Ésta alzó una ceja, gesto que no duró demasiado, y tras ello sonrió.
—No es necesario un abridor. —inquirió Aiko.
Alzó la diestra hasta tomar una de las botellas, se llevó el bocal hacia los labios, y le propinó un fuerte bocado a la chapa. Torció la botella un poco, y tiró de la mordida hacia arriba en lo que la botella cedió rápidamente. El espumoso elixir buscó rápidamente la salida mas evidente del recipiente, pero la pelirroja maniobró rápidamente la botella para que eso no sucediese. Bendita sea la ley de la gravedad.
—¿Ves? Todo bajo control —gratificó tras soltar la chapa de la botella en su zurda.
Tras destaparla, dejó a un lado la chapa, justamente al lado de la otra botella, y de nuevo se relajó en el agua mientras mantenía la botella fuera de la misma. Sin mas, le propinó un buen buche a la cerveza. Se refrescó el gaznate en un certero trago, que curiosamente no resultó tan eufórico como el tendero había afirmado.
La chica miró de reojo la botella, con una mueca de claro desacuerdo con la opinión del joven que se la había vendido. «Vaya timo... si ésto parece champán para menores... si tuviese menos alcohol lo confundirían con zumo de manzana... pero oye, ciertamente está buena de sabor.»
Terminó por deshacer la mueca de su rostro, y terminó por dejar caer un suspiro. Finalmente, no tardó en dejar la botella fuera del agua, a salvo de cualquier descuido propio.
—En fin... al menos acertó en que éste baño es sólo para chicas...