6/05/2017, 21:32
(Última modificación: 29/07/2017, 02:10 por Amedama Daruu.)
—Bueno... —intervino Daruu de repente, y Ayame le miró con sus ojos apenas sobresaliendo del batiburrillo de tela en el que se había convertido—. La misión especifica que debo ser yo el que vaya a comprar el ingrediente, pero a estas horas de la noche nuestro proveedor... Digamos que no vende muchas f... Digamos que no vende lo que necesitamos a partir de las dos de la tarde. Abre temprano, cierra aún más temprano.
«¿Muchas "f"? ¿Qué ha estado a punto de decir? ¿Qué es ese ingrediente tan secreto? ¿F... frutas?»
—Quizás... ¿deberíamos buscar un alojamiento? Saldré temprano, sólo, y compraré las f... el ingrediente. Y luego os aviso y volvemos a Amegakure. ¿No?
Kōri asintió.
—De acuerdo.
Sin más miramientos, echó a andar hacia el interior de Yukio. No dio explicaciones, pues sabía que los dos muchachos le seguirían los tobillos. Y no le faltaba razón. Ayame enseguida echó a correr para alcanzarle. Con la nieve cayendo sobre ellos e iluminados por la tímida luz de las farolas, los tres fueron dejando atrás numerosos edificios construidos a la manera tradicional con madera y tejados a dos aguas que evitaban que se acumulara sobre ellos la suficiente nieve como para que acabaran colapsando. Todos ellos tenían las ventanas empañadas por la diferencia de temperatura entre el interior y el exterior, por lo que Ayame no pudo satisfacer su propia curiosidad. Y mientras atravesaban una de las calles más discretas del pueblo, Ayame se volvió de nuevo hacia Daruu:
—¿Daruu-san, estás seguro sobre ir tú solo al encuentro del cliente? —le dijo con cierto nerviosismo tintando su voz—. Sé que es lo que especifica la misión, ¿pero y si...? ¿Y si ocurre algo malo o es una trampa o...?
Kōri observaba la escena por el rabillo del ojo. No intervenía, pero estaba claro que estaba esperando la respuesta del genin.
Sin darse cuenta, se habían parado los tres frente a una simpática posada cuyo letrero, parcialmente tapado por la nieve, rezaba: "El Patito Frío"
«¿Muchas "f"? ¿Qué ha estado a punto de decir? ¿Qué es ese ingrediente tan secreto? ¿F... frutas?»
—Quizás... ¿deberíamos buscar un alojamiento? Saldré temprano, sólo, y compraré las f... el ingrediente. Y luego os aviso y volvemos a Amegakure. ¿No?
Kōri asintió.
—De acuerdo.
Sin más miramientos, echó a andar hacia el interior de Yukio. No dio explicaciones, pues sabía que los dos muchachos le seguirían los tobillos. Y no le faltaba razón. Ayame enseguida echó a correr para alcanzarle. Con la nieve cayendo sobre ellos e iluminados por la tímida luz de las farolas, los tres fueron dejando atrás numerosos edificios construidos a la manera tradicional con madera y tejados a dos aguas que evitaban que se acumulara sobre ellos la suficiente nieve como para que acabaran colapsando. Todos ellos tenían las ventanas empañadas por la diferencia de temperatura entre el interior y el exterior, por lo que Ayame no pudo satisfacer su propia curiosidad. Y mientras atravesaban una de las calles más discretas del pueblo, Ayame se volvió de nuevo hacia Daruu:
—¿Daruu-san, estás seguro sobre ir tú solo al encuentro del cliente? —le dijo con cierto nerviosismo tintando su voz—. Sé que es lo que especifica la misión, ¿pero y si...? ¿Y si ocurre algo malo o es una trampa o...?
Kōri observaba la escena por el rabillo del ojo. No intervenía, pero estaba claro que estaba esperando la respuesta del genin.
Sin darse cuenta, se habían parado los tres frente a una simpática posada cuyo letrero, parcialmente tapado por la nieve, rezaba: "El Patito Frío"