22/06/2015, 18:13
Kunie sonrió con ligero alivio cuando vio al chico entrar en el refugio tras de sí. No era por nada en especial, simplemente los que se habían criado en el País de la Tormenta aprendían a colaborar cuando una tempestad furiosa les asaltaba en el camino. Nunca era plato de buen gusto ver a alguien morir en las llanuras, ya fuera de frío, hambre, cansancio o, en menor medida, con varios cientos de miles de voltios recorriéndole el esqueleto.
Se quitó la capa, empapada, nada más su acompañante cerró la puerta del refugio. Por un instante se hizo el silencio, y el contraste con la tormenta de fuera era tan grande que por un momento Kunie se sintió abrumada por éste. Dejó la capa de viaje en una esquina, junto a la precaria chimenea, con la esperanza de que se secara antes de partir. Por suerte el resto de sus ropas estaban, dentro de lo que cabe, en buen estado; a excepción, claro, de las sandalias, llenas de barro y fango. Dejó la pequeña mochila que llevaba consigo, oculta hasta ese momento por su fiel capa de viaje, y respiró hondo. Por el momento, estaban a salvo.
El chico de Uzushio, por su parte, se apresuró a encender una hoguera con la que calentarse. Kunie se lo agradeció en silencio, observando con atención cómo disponía los tronquitos. Justo después hizo unos sellos que le permitieron escupir un chorro de fuego, prendiendo la madera.
"Tiene un gran control de su propio chakra, conozco a más de una persona que habría quemado medio refugio para encender una fogata usando Katon."
- Gracias, shinobi-kun. Eres muy amable. - respondió ella, devolviéndole la sonrisa para luego acercar uno de los taburetes a la chimenea y tomar asiento junto al chico.- Me llamo Asahina Kunie y, como habrás podido deducir, soy de Amegakure. ¿Cuál es tu nombre?
Extendió ambas manos hacia el fuego, con las palmas abiertas, gozando por momentos del calor que irradiaba la hoguera. Cerró los ojos, permitiéndose descansar unos instantes, para luego fijarse de nuevo en su acompañante. No parecía mala persona. Sonrió ligeramente y preguntó, decidida a saber más sobre el misterioso viajero.
- ¿Cómo ha llegado un ninja del Remolino hasta aquí?
Se quitó la capa, empapada, nada más su acompañante cerró la puerta del refugio. Por un instante se hizo el silencio, y el contraste con la tormenta de fuera era tan grande que por un momento Kunie se sintió abrumada por éste. Dejó la capa de viaje en una esquina, junto a la precaria chimenea, con la esperanza de que se secara antes de partir. Por suerte el resto de sus ropas estaban, dentro de lo que cabe, en buen estado; a excepción, claro, de las sandalias, llenas de barro y fango. Dejó la pequeña mochila que llevaba consigo, oculta hasta ese momento por su fiel capa de viaje, y respiró hondo. Por el momento, estaban a salvo.
El chico de Uzushio, por su parte, se apresuró a encender una hoguera con la que calentarse. Kunie se lo agradeció en silencio, observando con atención cómo disponía los tronquitos. Justo después hizo unos sellos que le permitieron escupir un chorro de fuego, prendiendo la madera.
"Tiene un gran control de su propio chakra, conozco a más de una persona que habría quemado medio refugio para encender una fogata usando Katon."
- Gracias, shinobi-kun. Eres muy amable. - respondió ella, devolviéndole la sonrisa para luego acercar uno de los taburetes a la chimenea y tomar asiento junto al chico.- Me llamo Asahina Kunie y, como habrás podido deducir, soy de Amegakure. ¿Cuál es tu nombre?
Extendió ambas manos hacia el fuego, con las palmas abiertas, gozando por momentos del calor que irradiaba la hoguera. Cerró los ojos, permitiéndose descansar unos instantes, para luego fijarse de nuevo en su acompañante. No parecía mala persona. Sonrió ligeramente y preguntó, decidida a saber más sobre el misterioso viajero.
- ¿Cómo ha llegado un ninja del Remolino hasta aquí?