8/05/2017, 16:46
—¿Has oído hablar de la Ciudad Fantasma? Se dice que aquella ciudad era tres veces más grande y más próspera que la misma Amegakure, y desapareció de la noche a la mañana por la acción de ese bijū. Pasen los años que pasen, es difícil olvidar una catástrofe de ese calibre. La razón por la que nadie sabe quién es el Jinchūriki es precisamente para protegerlo. Cuantas más personas conocieran ese dato, más probable sería que alguien se fuera de la lengua con quien no debiera. Pero yo no soy quién para entrometerme en los asuntos de las tres aldeas ni cuestionar las órdenes ni las intenciones de Arashikage-sama, pero como genin de Amegakure le soy fiel y sé que no cometerá el mismo error del pasado. ¡No lo utilizará como arma!
— Soy consciente de lo que pasó, pero no puedes negar que el bijuu se os entregó como ofrenta porque es un bien militar de valor incalculable, es decir, que sigue siendo un arma.
La kunoichi estaba empezando a ponerse realmente nerviosa e irritada, lo cual hacía crecer mi irritación y mi enfado.
—Dices que sólo los Uzumaki pueden contener a estas bestias. Pecas de tus propias palabras. ¿Acaso quieres que todos los bijū acaben en Uzushiogakure?
— Bueno, es lo más logico siendo los únicos que...
Toda la seriedad y la discusión se vió interrumpida por un potente rugido que cruzó el puente para llegar hasta nosotros, un rugido procedente del bosque en el que había desaparecido el hombre blanco. No me atrevi siquiera a intentar adivinar de qué clase de criatura sería ese rugido.
— ¿Y ahora qué me dices? Porque eso no sonaba a un dulce conejito.
Me levanté bruscamente y corrí hacia el otro lado del puente. Pero... ¿deberia? Si de verdad había una traición en curso entre Kusa y Ame, deberia darme la vuelta en ese mismo instante. Me detuve en medio del puente indeciso.
— Soy consciente de lo que pasó, pero no puedes negar que el bijuu se os entregó como ofrenta porque es un bien militar de valor incalculable, es decir, que sigue siendo un arma.
La kunoichi estaba empezando a ponerse realmente nerviosa e irritada, lo cual hacía crecer mi irritación y mi enfado.
—Dices que sólo los Uzumaki pueden contener a estas bestias. Pecas de tus propias palabras. ¿Acaso quieres que todos los bijū acaben en Uzushiogakure?
— Bueno, es lo más logico siendo los únicos que...
Toda la seriedad y la discusión se vió interrumpida por un potente rugido que cruzó el puente para llegar hasta nosotros, un rugido procedente del bosque en el que había desaparecido el hombre blanco. No me atrevi siquiera a intentar adivinar de qué clase de criatura sería ese rugido.
— ¿Y ahora qué me dices? Porque eso no sonaba a un dulce conejito.
Me levanté bruscamente y corrí hacia el otro lado del puente. Pero... ¿deberia? Si de verdad había una traición en curso entre Kusa y Ame, deberia darme la vuelta en ese mismo instante. Me detuve en medio del puente indeciso.
—Nabi—