8/05/2017, 21:58
Un día más, uno más en aquella fatídica espera, todavía no se sabía nada del estado de la Uzukage Shiona, y ya se había empezado a especular sobre quién sería el encargado de asumir su puesto, lo cual, a los ojos del Senju, no hacía si no confirmar las peores de sus sospechas, lo que les dejaba bastante desprotegidos ante cualquier suceso que fuera en su contra. No es que pensara que las otras aldeas fueran a romper el pacto de paz ahora que no contaban con el manto protector de Shiona, pero, si algo le había enseñado el haberse convertido en shinobi, es que nunca debes dar nada por sentado.
Su cabeza no paraba de dar vueltas a asuntos que, al fin y al cabo, no dejaban de estar demasiado lejos para su comprensión, y ya nada que hablar de lo lejos que estaban de su mano, por lo que, rápidamente, decidió descartar aquellos pensamientos y centrarse única y exclusivamente en el asunto que le atañía. Hacía unos días que el peliblanco había encargado que se le asignase una misión pero, ante la falta de éstas, le mantuvieron en espera, hasta ese día.
Cruzó aquel puente que separaba el resto de la aldea del imponente edificio del Uzukage, tomando aire profundamente y dejándolo salir lentamente, una y otra vez, así hasta que en su mente contó hasta diez, tras lo cual, entró al edificio. Allí podría observar que todo parecía seguir igual, la actividad no parecía haberse detenido un momento. Riko se acercó al mostrador.
— Hola, buenos días. Mi nombre es Senju Riko, venía a solicitar una misión. — Explicó el joven, con la sonrisa puesta.
Su cabeza no paraba de dar vueltas a asuntos que, al fin y al cabo, no dejaban de estar demasiado lejos para su comprensión, y ya nada que hablar de lo lejos que estaban de su mano, por lo que, rápidamente, decidió descartar aquellos pensamientos y centrarse única y exclusivamente en el asunto que le atañía. Hacía unos días que el peliblanco había encargado que se le asignase una misión pero, ante la falta de éstas, le mantuvieron en espera, hasta ese día.
Cruzó aquel puente que separaba el resto de la aldea del imponente edificio del Uzukage, tomando aire profundamente y dejándolo salir lentamente, una y otra vez, así hasta que en su mente contó hasta diez, tras lo cual, entró al edificio. Allí podría observar que todo parecía seguir igual, la actividad no parecía haberse detenido un momento. Riko se acercó al mostrador.
— Hola, buenos días. Mi nombre es Senju Riko, venía a solicitar una misión. — Explicó el joven, con la sonrisa puesta.
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»