8/05/2017, 22:00
La maniobra había sido exitosa, el pelirrojo estaba en el suelo y el calvo a punto de abalanzarse sobre él. Fue un pequeño salto, con suficiente altura como para hacerle doler con su caída, con el que esperaba poder retener a su contrincante y golpearlo hasta que decidiera rendirse. No era ético, pero si estratégico.
Pero las cosas no salían como esperaba.
«¿Qué...?
El brillo del metal pudo ser identificado por el calvo, pero era demasiado tarde como para poder evitarlo. No sabía como había podido Keisuke inmutarse ante el golpe contra el suelo, prácticamente ni lo había sentido y en cuestión de segundos, aún menos, ya estaba contraatacando. Lo único que tenía por hacer el calvo era girar un poco el torso, pero sin esperanza de éxito en el esquive.
La sangre brotó, manchó la ropa de ambos shinobi y un chillido de dolor rompió el monótono ruido de la sala de entrenamientos. El tatami comenzaba a teñirse cuando el calvo, casi instintivamente, trató de golpear con la zurda la mano armada de Keisuke para luego llevarsela a la herida. No había penetrado en el centro de su cuerpo, el leve giro pudo correr la zona de impacto provocando que el kunai entrase por la mitad en su costado izquierdo, por debajo de las costillas. De todas maneras, era un corte profundo que poco haría aguantar al cenobita.
Con unas últimas esperanzas de mantenerse en pie, con rabia y dolor, el calvo actuó como le marcaban sus instintos. Actuó acorde a una situación de ese estilo, donde la adrenalina estaba en sus puntos más altos y uno busca defender su salud con máxima prioridad. Poco tiempo le quedaba, pero repetidos movimientos, uno tras otro y cada uno con menos fuerza que el anterior, buscaron el rostro del pelirrojo para machacarlo hasta perder la consciencia.
Pero las cosas no salían como esperaba.
«¿Qué...?
El brillo del metal pudo ser identificado por el calvo, pero era demasiado tarde como para poder evitarlo. No sabía como había podido Keisuke inmutarse ante el golpe contra el suelo, prácticamente ni lo había sentido y en cuestión de segundos, aún menos, ya estaba contraatacando. Lo único que tenía por hacer el calvo era girar un poco el torso, pero sin esperanza de éxito en el esquive.
La sangre brotó, manchó la ropa de ambos shinobi y un chillido de dolor rompió el monótono ruido de la sala de entrenamientos. El tatami comenzaba a teñirse cuando el calvo, casi instintivamente, trató de golpear con la zurda la mano armada de Keisuke para luego llevarsela a la herida. No había penetrado en el centro de su cuerpo, el leve giro pudo correr la zona de impacto provocando que el kunai entrase por la mitad en su costado izquierdo, por debajo de las costillas. De todas maneras, era un corte profundo que poco haría aguantar al cenobita.
Con unas últimas esperanzas de mantenerse en pie, con rabia y dolor, el calvo actuó como le marcaban sus instintos. Actuó acorde a una situación de ese estilo, donde la adrenalina estaba en sus puntos más altos y uno busca defender su salud con máxima prioridad. Poco tiempo le quedaba, pero repetidos movimientos, uno tras otro y cada uno con menos fuerza que el anterior, buscaron el rostro del pelirrojo para machacarlo hasta perder la consciencia.
Estado de Karamaru
–
–
Estados Adicionales:
42/100
-18
–80/80
Estados Adicionales:
Desangrando:
– 3 Turnos
–
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘