9/05/2017, 20:08
Para cuando la chica dio el aviso de que no conseguiría asustarla fácilmente, Riko devolvió las palabras con cierta sequedad. Así mismo, el chico aseguró que no había sido cosa suya, que o bien había sido el viento o algún mecanismo de cierre, o bien una tercera persona. Al escucharlo, la chica hizo como quien escucha llover. Ni caso, absolutamente nada.
¿Fantasmas?
El chico no tenía ni idea... no la iba a sacar de sus casillas, ni a infundirle miedo —no podía— y no sería la chica quien lo volviese a repetir, no hacía falta. Sin mas, comenzó a subir las escaleras, explicando al chico el motivo que impulsaba a la pelirroja a subir. El chico, bien informado, hizo una referencia a los libros clásicos, recalcando que los aposentos de las princesas siempre solían estar en lo mas alto de la mas alta torre. Razón no le faltaba al chico, pero, no era allí donde se dirigía la reina.
—Pero yo no busco la habitación de la princesa... mas bien la habitación de los reyes. ¿Acaso no es mas interesante? —inquirió la chica.
Con su talante paso, la chica continuó avanzando por las escaleras hasta llegar al final de la primera fase, donde ahora se dividían hacia izquierda y derecha, en base con una pequeña explanada. De pronto, casi todas las puertas se cerraron de golpe —hasta las que apenas estaban integras.— en una sucesión de portazos que claramente eliminó de raíz el silencio. La chica detuvo su paso incluso, observando a su alrededor. No se oían pasos, ni voces, nada a salvedad de la orquesta de puertas en do menor.
—¿Qué leches... está pasando aquí?
La chica no tenía miedo, pero ciertamente la situación era algo insostenible. Alguien, o algo, estaba haciendo de las suyas... y por cercanía, estaba casi segura de que Riko no tenía nada que ver.
¿Fantasmas?
Las opciones eran pocas... ¿Quizás un grupo de gente estaban haciendo parecer que el castillo estaba embrujado para echarlos de su casa? Sonaba hasta ridícula esa opción, y teniendo en cuenta las opciones restantes... la situación daba realmente un quebradero de cabeza.
¿Fantasmas?
El chico no tenía ni idea... no la iba a sacar de sus casillas, ni a infundirle miedo —no podía— y no sería la chica quien lo volviese a repetir, no hacía falta. Sin mas, comenzó a subir las escaleras, explicando al chico el motivo que impulsaba a la pelirroja a subir. El chico, bien informado, hizo una referencia a los libros clásicos, recalcando que los aposentos de las princesas siempre solían estar en lo mas alto de la mas alta torre. Razón no le faltaba al chico, pero, no era allí donde se dirigía la reina.
—Pero yo no busco la habitación de la princesa... mas bien la habitación de los reyes. ¿Acaso no es mas interesante? —inquirió la chica.
Con su talante paso, la chica continuó avanzando por las escaleras hasta llegar al final de la primera fase, donde ahora se dividían hacia izquierda y derecha, en base con una pequeña explanada. De pronto, casi todas las puertas se cerraron de golpe —hasta las que apenas estaban integras.— en una sucesión de portazos que claramente eliminó de raíz el silencio. La chica detuvo su paso incluso, observando a su alrededor. No se oían pasos, ni voces, nada a salvedad de la orquesta de puertas en do menor.
—¿Qué leches... está pasando aquí?
La chica no tenía miedo, pero ciertamente la situación era algo insostenible. Alguien, o algo, estaba haciendo de las suyas... y por cercanía, estaba casi segura de que Riko no tenía nada que ver.
¿Fantasmas?
Las opciones eran pocas... ¿Quizás un grupo de gente estaban haciendo parecer que el castillo estaba embrujado para echarlos de su casa? Sonaba hasta ridícula esa opción, y teniendo en cuenta las opciones restantes... la situación daba realmente un quebradero de cabeza.