10/05/2017, 00:48
Los últimos días para la Sakamoto habían sido sencillamente terribles, si bien había comenzado una relación en base a las indicaciones y gustos de su padre, había terminado por cogerle cariño a ese ”imbécil” peli-blanco. Peor considerando que la chica tenía muy presente en su cabeza cómo había sido su último encuentro con él pero ya nada podía hacer al respecto, lo único que le restaba era seguir con su vida de kunoichi lo mejor que pudiera.
Aquella mañana como de costumbre pasó de desayunar, simplemente se vistió con su conjunto habitual aprovechando lo caluroso del día para usar el pantalón con las aperturas en los laterales y ya después colgó todas las katanas alrededor de su cuerpo para tenerlas a mano. Le habían asignado una misión de rango D, seguramente sencilla y sin ningún tipo de peligro pero nunca estaba de más prepararse para cualquier eventualidad.
La misión tomaría lugar en Yamiria, un poblado dentro del país de la Espiral, zona que podía considerarse segura para cualquier shinobi de Uzushiogakure y donde ya había estado anteriormente. Usualmente se mostraba muy segura de sí misma, con una expresión seria, mentón en alto y mirada fija en el camino a seguir, pero en los últimos días la rubia se había mostrado bastante deprimida.
Cabizbaja y con mirada melancólica, la kunoichi se dirigió al lugar pactado con sus compañeros de equipo y allí los encontró, o eso suponía pues reconocía a Akame pero no al muchacho que estaba con él.
—Hey —saludó vagamente acercándose a ambos y esbozando una débil sonrisa—. ¿Ya están?
Realmente no tenía un muy buen humor para estar fardando de su superioridad ni similares así que se limitaría a hacer su parte en aquel encargo y poco más.
Aquella mañana como de costumbre pasó de desayunar, simplemente se vistió con su conjunto habitual aprovechando lo caluroso del día para usar el pantalón con las aperturas en los laterales y ya después colgó todas las katanas alrededor de su cuerpo para tenerlas a mano. Le habían asignado una misión de rango D, seguramente sencilla y sin ningún tipo de peligro pero nunca estaba de más prepararse para cualquier eventualidad.
La misión tomaría lugar en Yamiria, un poblado dentro del país de la Espiral, zona que podía considerarse segura para cualquier shinobi de Uzushiogakure y donde ya había estado anteriormente. Usualmente se mostraba muy segura de sí misma, con una expresión seria, mentón en alto y mirada fija en el camino a seguir, pero en los últimos días la rubia se había mostrado bastante deprimida.
Cabizbaja y con mirada melancólica, la kunoichi se dirigió al lugar pactado con sus compañeros de equipo y allí los encontró, o eso suponía pues reconocía a Akame pero no al muchacho que estaba con él.
—Hey —saludó vagamente acercándose a ambos y esbozando una débil sonrisa—. ¿Ya están?
Realmente no tenía un muy buen humor para estar fardando de su superioridad ni similares así que se limitaría a hacer su parte en aquel encargo y poco más.