10/05/2017, 03:49
—Buenos días, joven Senju —saludo la señora, que yacía atendiendo el recibidor en aquel momento—. Por favor, firme estos documentos para poder entregarle el correspondiente pergamino.
La amable mujer le entrego a Riko unos papeles en donde debía firmar con su nombre y fecha, para dejar constancia de que se le hubiese entregado una misión. Cuando estuvo listo todo el papeleo, reviso y comprobó los datos con mucho cuidado.
—Todo en orden —sentencio, con una sonrisa cálida—. Aquel muchacho que está sentado por allá es a quien se la ha asignado la misma misión que a ti —señalo, hacia donde se encontraba Kōtetsu, quien yacía distraído en aquel momento—, por lo que son compañeros.
»Ahora, ambos deben dirigirse juntos a la oficina de Kotomi-san —señalo, hacia la derecha, a una puerta que estaba al final de un corto pasillo—. Ella les entregara el pergamino y le explicara de que va la misión asignada.
El espadachín estaba pensando sobre cómo funcionaba el sistema de misiones: Había creído que solo bastaba con pedir una mision y que entonces le entregarían algunas de las que estaban sin asignar, pero en aquella ocasión las cosas fueron un poco diferente; había dejado una solitud abierta, para que le concedieran una misión que consideraran adecuada a sus capacidades y circunstancias, y que entonces se le llamara.
“Si me han solicitado es porque han conseguido algo ajustado a mi perfil… Me pregunto, ¿qué clase de misión encaja conmigo?”
La amable mujer le entrego a Riko unos papeles en donde debía firmar con su nombre y fecha, para dejar constancia de que se le hubiese entregado una misión. Cuando estuvo listo todo el papeleo, reviso y comprobó los datos con mucho cuidado.
—Todo en orden —sentencio, con una sonrisa cálida—. Aquel muchacho que está sentado por allá es a quien se la ha asignado la misma misión que a ti —señalo, hacia donde se encontraba Kōtetsu, quien yacía distraído en aquel momento—, por lo que son compañeros.
»Ahora, ambos deben dirigirse juntos a la oficina de Kotomi-san —señalo, hacia la derecha, a una puerta que estaba al final de un corto pasillo—. Ella les entregara el pergamino y le explicara de que va la misión asignada.
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El espadachín estaba pensando sobre cómo funcionaba el sistema de misiones: Había creído que solo bastaba con pedir una mision y que entonces le entregarían algunas de las que estaban sin asignar, pero en aquella ocasión las cosas fueron un poco diferente; había dejado una solitud abierta, para que le concedieran una misión que consideraran adecuada a sus capacidades y circunstancias, y que entonces se le llamara.
“Si me han solicitado es porque han conseguido algo ajustado a mi perfil… Me pregunto, ¿qué clase de misión encaja conmigo?”