11/05/2017, 00:11
De pronto, una inesperada voz saco al Hakagurē de sus cavilaciones.
—Es un gusto, Riko-san —saludo, mientras se levantaba para estrechar la mano de aquel muchacho—. Mi nombre es Hakagurē Kōtetsu, y espero que ambos podamos aprender mucho al colaborar para cumplir la misión que nos han asignado.
El espadachín observo en la dirección que había señalado el Senju y se encamino hacia allá, esperándole para que le siguiera. Una vez que ambos estuvieran frente a la puerta, Kōtetsu tocaría y esperaría alguna respuesta.
—Adelante, se puede pasar —respondió una curiosa y medio alegre voz.
El de ojos grises abrió la puerta y paso, permitiendo que su ahora compañero también ingresase en la oficina. Cerró la puerta con bastante cuidado y se giro hacia la señora que yacía sentada en el escritorio.
—Buenas, nosotros…
—Sí, ya se, ustedes son el par de muchachos que viene a buscar una misión —interrumpió con una actitud un tanto alegre, casi infantil—. Lo sé porque yo fui quien los selecciono para este trabajo en particular.
El Hakagurē no estaba seguro de cómo reaccionar ante todo aquello. Se veía que era una mujer adulta, de cabellera castaña y porte elegante. Y sin embargo, se comportada con una informalidad y un nivel de confianza un tanto perturbador.
—Adelante, Hakagurē-kun y Senju-kun, siéntense y cuénteme como les va y que esperan de esta mision. —Hizo un gesto con la mano y señalo las dos sillas vacías que estaban delante de ella.
“Hay algo raro en esto.” pensó, mientras obedecía las instrucciones.
—Es un gusto, Riko-san —saludo, mientras se levantaba para estrechar la mano de aquel muchacho—. Mi nombre es Hakagurē Kōtetsu, y espero que ambos podamos aprender mucho al colaborar para cumplir la misión que nos han asignado.
El espadachín observo en la dirección que había señalado el Senju y se encamino hacia allá, esperándole para que le siguiera. Una vez que ambos estuvieran frente a la puerta, Kōtetsu tocaría y esperaría alguna respuesta.
—Adelante, se puede pasar —respondió una curiosa y medio alegre voz.
El de ojos grises abrió la puerta y paso, permitiendo que su ahora compañero también ingresase en la oficina. Cerró la puerta con bastante cuidado y se giro hacia la señora que yacía sentada en el escritorio.
—Buenas, nosotros…
—Sí, ya se, ustedes son el par de muchachos que viene a buscar una misión —interrumpió con una actitud un tanto alegre, casi infantil—. Lo sé porque yo fui quien los selecciono para este trabajo en particular.
El Hakagurē no estaba seguro de cómo reaccionar ante todo aquello. Se veía que era una mujer adulta, de cabellera castaña y porte elegante. Y sin embargo, se comportada con una informalidad y un nivel de confianza un tanto perturbador.
—Adelante, Hakagurē-kun y Senju-kun, siéntense y cuénteme como les va y que esperan de esta mision. —Hizo un gesto con la mano y señalo las dos sillas vacías que estaban delante de ella.
“Hay algo raro en esto.” pensó, mientras obedecía las instrucciones.