11/05/2017, 22:54
La chica, casi segura de que las puertas cerradas no supondrían un problema, sugirió probar a abrirlas sin más. Éstas no parecían tener cerrojo, al menos las que antes habían visto, y por ende difícilmente se mantendrían selladas. Un fantasma no tiene peso, tampoco podría presionarla para evitar que saliesen o entrasen, o quizás la chica se equivocaba. Fuese como fuese, lo importante era saber si aquella oxidada corona le quedaba suficientemente bien. Con su absurda pose, preguntó al peliblanco. Éste, curiosamente respondió sin prestarle demasiada atención, quizás aún tenso a causa del miedo que estaba viviendo. Aunque, afirmó que le quedaba bien..
¿Le daba la razón como a una tonta?
La verdad es que no podía estar segura, pero tampoco le importaba un bledo. Era guapa, con o sin corona, y eso era algo que ya había asumido. La opinión del chico de orbes violáceos era tan solo eso, una opinión, que curiosamente no importaba en el sondeo.
«En fin, sigamos mejor...»
Sin apuro, la chica se adentró en el habitáculo, al igual que el chico, y se llevaron una pequeña gran decepción. La habitación, pequeña y desdichada, no tenía nada interesante a su ver. Sin duda, la mayor decepción era que no tenía pinta de ser el aposento de un rey, que era justo lo que la kunoichi buscaba.
Riko sin embargo si que se quedó extrañado con algo de la habitación —las huellas— esas manchas de zapato que cubrían gran parte de las paredes, así como del techo. Mencionó que de ser antiguas, se conservaban demasiado bien, pero que posiblemente eran recientes. La pelirroja no supo realmente interpretar a qué se refería el chico con que era raro aquello, si al hecho de que fuesen recientes, o al hecho de que cubriesen las paredes y techo.
—Pues... tampoco es tan raro. Cualquiera que sepa manipular el chakra es capaz de andar por las paredes, o incluso con un palo y un zapato puedes marcar de esa manera las huellas... no me parece raro. —sentenció la chica, cruzándose de brazos mientras observaba las del techo.
De pronto, un sonido de cadenas golpeando con el suelo repetidamente resonó de fuera, concretamente de la sala anterior. Pero, el sonido era realmente liviano, como si procediese de algún lugar un tanto mas lejano, pero la anterior sala estaba entre medio de ésta otra estancia.
La chica volvió la mirada, aunque no terminó de moverse, y su gesto tornó a una mueca de intriga. «¿Donde están las sillas?»
Efectivamente, las sillas parecían haber desaparecido, como por arte de magia. La chica, mantuvo el silencio, al menos por unos segundos mas. Soltó un suspiro, y volvió su mirada hacia Riko.
—Ni se te ocurra decirlo. —inquirió. —No - hay - fantasmas. NO existen, ¿vale?
A primera vista no se podía distinguir, pero, las sillas estaban en el techo, con las espalderas pegadas a la superficie. Sólo con una mirada intencionada se podía ver.
¿Le daba la razón como a una tonta?
La verdad es que no podía estar segura, pero tampoco le importaba un bledo. Era guapa, con o sin corona, y eso era algo que ya había asumido. La opinión del chico de orbes violáceos era tan solo eso, una opinión, que curiosamente no importaba en el sondeo.
«En fin, sigamos mejor...»
Sin apuro, la chica se adentró en el habitáculo, al igual que el chico, y se llevaron una pequeña gran decepción. La habitación, pequeña y desdichada, no tenía nada interesante a su ver. Sin duda, la mayor decepción era que no tenía pinta de ser el aposento de un rey, que era justo lo que la kunoichi buscaba.
Riko sin embargo si que se quedó extrañado con algo de la habitación —las huellas— esas manchas de zapato que cubrían gran parte de las paredes, así como del techo. Mencionó que de ser antiguas, se conservaban demasiado bien, pero que posiblemente eran recientes. La pelirroja no supo realmente interpretar a qué se refería el chico con que era raro aquello, si al hecho de que fuesen recientes, o al hecho de que cubriesen las paredes y techo.
—Pues... tampoco es tan raro. Cualquiera que sepa manipular el chakra es capaz de andar por las paredes, o incluso con un palo y un zapato puedes marcar de esa manera las huellas... no me parece raro. —sentenció la chica, cruzándose de brazos mientras observaba las del techo.
De pronto, un sonido de cadenas golpeando con el suelo repetidamente resonó de fuera, concretamente de la sala anterior. Pero, el sonido era realmente liviano, como si procediese de algún lugar un tanto mas lejano, pero la anterior sala estaba entre medio de ésta otra estancia.
La chica volvió la mirada, aunque no terminó de moverse, y su gesto tornó a una mueca de intriga. «¿Donde están las sillas?»
Efectivamente, las sillas parecían haber desaparecido, como por arte de magia. La chica, mantuvo el silencio, al menos por unos segundos mas. Soltó un suspiro, y volvió su mirada hacia Riko.
—Ni se te ocurra decirlo. —inquirió. —No - hay - fantasmas. NO existen, ¿vale?
A primera vista no se podía distinguir, pero, las sillas estaban en el techo, con las espalderas pegadas a la superficie. Sólo con una mirada intencionada se podía ver.