12/05/2017, 23:05
La pelirroja de mayor edad insistió en no estar ebria. Obviamente, jamás lo había estado, normalmente su capacidad de recuperación en conjunto a su costumbre para con la bebida, se lo impedían deliberadamente. Pero, a ojos de la menor sí que lo estaba, estaba ebria con avaricia. Su mirada de reojo la delató, pero por si no fuese suficiente, lo preguntó de manera irónica, haciendo entender que realmente sí estaba borracha.
Por suerte o desgracia, estaba disfrutando de una sensación tan extraña para ella, que casi se veía sumida en un onírico sueño donde era libre, y podía hacer lo que le viniese en gana. Lástima que la realidad a veces golpea realmente duro, y el resto de ocasiones tan solo duro.
Aiko preguntó cuánto suele vivir una persona "normal". Ante tan rara pregunta, su antagonista no respondió de manera distinta, mantuvo el sentido absurdo y grotesco de la pregunta afirmando que los normales aguantan sobre ochenta, mientras que los anormales aguantaban apenas veinte. Curiosamente, y el detalle que mas destacaba en su respuesta, se había añadido en ese grupo tan extremista. ¿Tan efímera sería su vida?
La mayor torció la cabeza de un lado a otro en suaves y repetitivos movimientos, y terminó por dejar caer un suspiro. Quería decirle cuanto se equivocaba en sus cálculos, pero las palabras no le salían.
En su lugar, la chica preguntó si alcanzaba a acertar su edad. La pequeña, quedó pensando durante unos escasos segundos, y tras ello escupió que quizás tenía veinte o dieciocho, que no lo sabía. Si, exacto, no tenía ni idea. Esa edad era la que aparentaba, pero hacía décadas que tuvo esa edad. Una lágrima recorrió su mejilla, e intentando ocultar el hecho, Aiko alzó la mirada con el rostro, dejándose hundir un poco en el agua.
—No... ni te has acercado... —sentenció, frustrada. —Debo tener entre cincuenta y cien años... ni yo misma lo sé con certeza...
Ahogada en un sentimiento que normalmente nunca exteriorizaba, cerró los ojos, y permaneció en silencio por escuchar la reacción de su interlocutora. ¿Se lo tomaría a broma, o bien la tomaría por loca?
Por suerte o desgracia, estaba disfrutando de una sensación tan extraña para ella, que casi se veía sumida en un onírico sueño donde era libre, y podía hacer lo que le viniese en gana. Lástima que la realidad a veces golpea realmente duro, y el resto de ocasiones tan solo duro.
Aiko preguntó cuánto suele vivir una persona "normal". Ante tan rara pregunta, su antagonista no respondió de manera distinta, mantuvo el sentido absurdo y grotesco de la pregunta afirmando que los normales aguantan sobre ochenta, mientras que los anormales aguantaban apenas veinte. Curiosamente, y el detalle que mas destacaba en su respuesta, se había añadido en ese grupo tan extremista. ¿Tan efímera sería su vida?
La mayor torció la cabeza de un lado a otro en suaves y repetitivos movimientos, y terminó por dejar caer un suspiro. Quería decirle cuanto se equivocaba en sus cálculos, pero las palabras no le salían.
En su lugar, la chica preguntó si alcanzaba a acertar su edad. La pequeña, quedó pensando durante unos escasos segundos, y tras ello escupió que quizás tenía veinte o dieciocho, que no lo sabía. Si, exacto, no tenía ni idea. Esa edad era la que aparentaba, pero hacía décadas que tuvo esa edad. Una lágrima recorrió su mejilla, e intentando ocultar el hecho, Aiko alzó la mirada con el rostro, dejándose hundir un poco en el agua.
—No... ni te has acercado... —sentenció, frustrada. —Debo tener entre cincuenta y cien años... ni yo misma lo sé con certeza...
Ahogada en un sentimiento que normalmente nunca exteriorizaba, cerró los ojos, y permaneció en silencio por escuchar la reacción de su interlocutora. ¿Se lo tomaría a broma, o bien la tomaría por loca?