14/05/2017, 16:27
Akame escuchó, atento, las observaciones de su compañero mientras pasaba un dedo por la superficie de la cerradura. Luego se miró la yema, y la palpó con el pulgar. «Nada». Esperaba encontrar restos de polvo metálico que indicasen que había sido manipulada con alguna herramienta, pero no.
Datsue tampoco había tenido mejor suerte. Según él, la caja registradora estaba cerrada, y tampoco había encontrado nada a destacar examinando el pequeño ventanuco de deshechos.
—Definitivamente esto es muy raro —sentenció el Uchiha—. Alguien entra sin forzar las cerraduras ni dejar rastro, destroza la tienda, ¿y luego se va? ¿Sin más? No me lo trago.
»Está claro que quien sea que ha entrado no lo ha hecho forzando la persiana metálica —agregó Akame, reflexivo—. Pero no parece que haya ninguna entrada más, si no contamos esa trampilla para basura... ¿Revisaste los tornillos? Puede que desmontase el armazón, ganaría.... ¿Cinco centímetros de hueco? Demasiado poco, aun así...
El anciano sastre esbozó una sonrisa agradable cuando Noemi le confirmó que, en efecto, era una kunoichi contratada para resolver el tema de los robos en la tienda de comestibles de los Tofu. Sin embargo, ante la pregunta de la chica, el hombre se limitó a negar con la cabeza.
—Paso el día con mis telas, tijeras, aguja e hilo, y no me interesa lo que ocurre fuera —contestó—. Pero sí puedo decirte que anoche escuché a Tofu-san discutiendo con su señora... Al parecer tiene problemas de, ya sabes...
El costurero levantó la mano y empinó el codo, en un gesto que probablemente quería hacer referencia al tomar una bebida alcohólica.
—Si quieres hablar con él, debe de estar... Hum, ¿qué hora es?
Datsue tampoco había tenido mejor suerte. Según él, la caja registradora estaba cerrada, y tampoco había encontrado nada a destacar examinando el pequeño ventanuco de deshechos.
—Definitivamente esto es muy raro —sentenció el Uchiha—. Alguien entra sin forzar las cerraduras ni dejar rastro, destroza la tienda, ¿y luego se va? ¿Sin más? No me lo trago.
»Está claro que quien sea que ha entrado no lo ha hecho forzando la persiana metálica —agregó Akame, reflexivo—. Pero no parece que haya ninguna entrada más, si no contamos esa trampilla para basura... ¿Revisaste los tornillos? Puede que desmontase el armazón, ganaría.... ¿Cinco centímetros de hueco? Demasiado poco, aun así...
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El anciano sastre esbozó una sonrisa agradable cuando Noemi le confirmó que, en efecto, era una kunoichi contratada para resolver el tema de los robos en la tienda de comestibles de los Tofu. Sin embargo, ante la pregunta de la chica, el hombre se limitó a negar con la cabeza.
—Paso el día con mis telas, tijeras, aguja e hilo, y no me interesa lo que ocurre fuera —contestó—. Pero sí puedo decirte que anoche escuché a Tofu-san discutiendo con su señora... Al parecer tiene problemas de, ya sabes...
El costurero levantó la mano y empinó el codo, en un gesto que probablemente quería hacer referencia al tomar una bebida alcohólica.
—Si quieres hablar con él, debe de estar... Hum, ¿qué hora es?