14/05/2017, 19:48
Pero, por más que gritara, Ayame no obtuvo más que el más escalofriante silencio en respuesta. Se giró una y otra vez, tratando de encontrar cualquier cosa, tratando de escuchar cualquier indicio de la criatura que había rugido de aquella manera, tratando de encontrar cualquier pista que la llevara hasta su hermano. Pero la nada era su única compañera. Incluso los pájaros habían enmudecido.
— ¿¡Pero estás loca!? Baja la voz. —La voz de Senju a sus espaldas la sobresaltó, y Ayame se volvió a tiempo de ver como avanzaba hacia ella, abriéndose paso entre la vegetación—. ¿Es que no tienes sentido de la supervivencia? Acabas de oír el rugido de un dinosaurio y te pones a gritar.
—¡Que los dinosaurios no existen! —le recordó, con cierta irritación—. Pero para lanzar ese rugido debe de ser un animal increíblemente grande y peligroso. —Se estremeció de sólo imaginar las posibilidades. A cada cual peor que la anterior—. Pero lo importante ahora es que tengo que encontrar a mi hermano. Si le ocurriera algo, yo...
Se mordió el labio inferior, pero enseguida sacudió la cabeza. Y, con las piernas aún temblorosas por el miedo que sentía, se aproximó al río que discurría un poco más adelante de su posición. Las aguas corrían con lentitud, la suficiente lentitud como para poder posarse sobre ellas sin temor a desestabilizarse y terminar hundida, por lo que Ayame echó a andar sobre su superficie, esquivando de vez en cuando algún que otro tronco que flotaba hacia ella con parsimonia.
—En este claro no parece haber nada, así que miraré un poc...
No le dio tiempo a terminar. Las aguas del río estallaron súbitamente, y uno de los troncos más grandes se revolvió sobre sí mismo. Una poderosa cola restalló en el aire y unas mandíbulas alargadas y repletas de dientes como colmillos se cerraron sobre Ayame, atravesándola en una violenta explosión de agua en la que era difícil distinguir lo que estaba ocurriendo. El animal se revolvió de nuevo, girando sobre sí mismo, y entonces sacó la cabeza del agua y se volvió hacia Senju con dos ferales ojos reptilianos. Volvió a abrir sus poderosas mandíbulas y su rugido hizo vibrar el suelo bajo sus pies.
De Ayame no había rastro.
— ¿¡Pero estás loca!? Baja la voz. —La voz de Senju a sus espaldas la sobresaltó, y Ayame se volvió a tiempo de ver como avanzaba hacia ella, abriéndose paso entre la vegetación—. ¿Es que no tienes sentido de la supervivencia? Acabas de oír el rugido de un dinosaurio y te pones a gritar.
—¡Que los dinosaurios no existen! —le recordó, con cierta irritación—. Pero para lanzar ese rugido debe de ser un animal increíblemente grande y peligroso. —Se estremeció de sólo imaginar las posibilidades. A cada cual peor que la anterior—. Pero lo importante ahora es que tengo que encontrar a mi hermano. Si le ocurriera algo, yo...
Se mordió el labio inferior, pero enseguida sacudió la cabeza. Y, con las piernas aún temblorosas por el miedo que sentía, se aproximó al río que discurría un poco más adelante de su posición. Las aguas corrían con lentitud, la suficiente lentitud como para poder posarse sobre ellas sin temor a desestabilizarse y terminar hundida, por lo que Ayame echó a andar sobre su superficie, esquivando de vez en cuando algún que otro tronco que flotaba hacia ella con parsimonia.
—En este claro no parece haber nada, así que miraré un poc...
No le dio tiempo a terminar. Las aguas del río estallaron súbitamente, y uno de los troncos más grandes se revolvió sobre sí mismo. Una poderosa cola restalló en el aire y unas mandíbulas alargadas y repletas de dientes como colmillos se cerraron sobre Ayame, atravesándola en una violenta explosión de agua en la que era difícil distinguir lo que estaba ocurriendo. El animal se revolvió de nuevo, girando sobre sí mismo, y entonces sacó la cabeza del agua y se volvió hacia Senju con dos ferales ojos reptilianos. Volvió a abrir sus poderosas mandíbulas y su rugido hizo vibrar el suelo bajo sus pies.
De Ayame no había rastro.

![[Imagen: kQqd7V9.png]](https://i.imgur.com/kQqd7V9.png)