16/05/2017, 02:23
Como era de esperarse, allí estaba exactamente el mismo tipo que la había atendido la última vez, solo que esta vez al menos la mandó con el Morikage y no se tomó la libertad de mandarla a una misión en que podría pasarla fatal. O al menos esperaba que Kenzou no la odiase de forma irracional como el resto de la población.
—Gracias —respondió la pelirroja dedicándole una leve reverencia al contrario y sin más, se dirigió a las escaleras mencionadas.
—No te joderá como el chuunin, espero —dijo la madre de la kunoichi que se había materializado ni bien la menor comenzó a subir las escaleras.
—Lo mismo digo —sentenció dando por finalizada la charla.
Luego de un rato subiendo escalones, la kunoichi alcanzó la penúltima planta y se dirigió a la gran puerta donde había un par de shinobis —probablemente jounins— parados a cada lado de la puerta. Ritsuko por su parte se dirigió a la puerta sin establecer contacto visual con ninguno de los dos y llevaba la bandana aún en la zurda, no se había molestado en volver a amarrársela porque de todas formas la tendría que mostrar, o eso suponía al menos.
"¡Toc toc!"
Se pudo escuchar en el interior del despacho del Morikage. Segundos después la puerta se abrió lentamente dejando un espacio suficiente para que la joven de ojos rojos ingresase haciendo el mínimo ruido posible.
—¿Morikage-sama? —preguntó con tono neutro asomándose con la sencilla intención de comprobar que el hombre se hallase allí dentro.
—Gracias —respondió la pelirroja dedicándole una leve reverencia al contrario y sin más, se dirigió a las escaleras mencionadas.
—No te joderá como el chuunin, espero —dijo la madre de la kunoichi que se había materializado ni bien la menor comenzó a subir las escaleras.
—Lo mismo digo —sentenció dando por finalizada la charla.
Luego de un rato subiendo escalones, la kunoichi alcanzó la penúltima planta y se dirigió a la gran puerta donde había un par de shinobis —probablemente jounins— parados a cada lado de la puerta. Ritsuko por su parte se dirigió a la puerta sin establecer contacto visual con ninguno de los dos y llevaba la bandana aún en la zurda, no se había molestado en volver a amarrársela porque de todas formas la tendría que mostrar, o eso suponía al menos.
"¡Toc toc!"
Se pudo escuchar en el interior del despacho del Morikage. Segundos después la puerta se abrió lentamente dejando un espacio suficiente para que la joven de ojos rojos ingresase haciendo el mínimo ruido posible.
—¿Morikage-sama? —preguntó con tono neutro asomándose con la sencilla intención de comprobar que el hombre se hallase allí dentro.